LOS PODERES MÁGICOS
Había una vez un hombre llamado Mbokothe, que vivía con su hermano. Eran huérfanos y solo tenían dos vacas. Un día fue al hechicero para ver si, a cambio de los animales, podía otorgarle poderes mágicos. El chamán le dio el poder de convertirse en cualquier animal. Así, se transformó en toro y su hermano lo llevó al mercado, donde lo vendió a cambio de dos vacas y cinco cabras. Cuando el comprador se iba con el toro, este salió corriendo. Lo persiguió pero Mbokothe se convirtió en león para ir más rápido y, cuando lo perdió de vista, el hombre pensó: «Es inútil que lo persiga, al toro se lo ha comido un león». Al día siguiente, Mbokothe adoptó de nuevo la forma de un toro y su hermano lo vendió por 10 cabras. Pero el comprador había visitado al mismo hechicero que él y tenía sus mismos poderes. Así que cuando el toro salió corriendo, su amo se convirtió en león para cazarlo. Mbokothe, entonces, se transformó en pájaro, pero su dueño lo imitó y voló tras él y, cada vez que cambiaba de forma, el hombre también lo hacía. Al final, el pobre Mbokothe, cansado, se rindió: «Usted gana, déjeme ir a casa y le devolveré sus cabras». Esta historia nos enseña que no hay que subestimar a los demás ni creernos mejor que ellos, pues podemos llevarnos una inesperada sorpresa.
Había una vez un hombre llamado Mbokothe, que vivía con su hermano. Eran huérfanos y solo tenían dos vacas. Un día fue al hechicero para ver si, a cambio de los animales, podía otorgarle poderes mágicos. El chamán le dio el poder de convertirse en cualquier animal. Así, se transformó en toro y su hermano lo llevó al mercado, donde lo vendió a cambio de dos vacas y cinco cabras. Cuando el comprador se iba con el toro, este salió corriendo. Lo persiguió pero Mbokothe se convirtió en león para ir más rápido y, cuando lo perdió de vista, el hombre pensó: «Es inútil que lo persiga, al toro se lo ha comido un león». Al día siguiente, Mbokothe adoptó de nuevo la forma de un toro y su hermano lo vendió por 10 cabras. Pero el comprador había visitado al mismo hechicero que él y tenía sus mismos poderes. Así que cuando el toro salió corriendo, su amo se convirtió en león para cazarlo. Mbokothe, entonces, se transformó en pájaro, pero su dueño lo imitó y voló tras él y, cada vez que cambiaba de forma, el hombre también lo hacía. Al final, el pobre Mbokothe, cansado, se rindió: «Usted gana, déjeme ir a casa y le devolveré sus cabras». Esta historia nos enseña que no hay que subestimar a los demás ni creernos mejor que ellos, pues podemos llevarnos una inesperada sorpresa.