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PEDRO MARTINEZ: LAS LÁGRIMAS DEL RICO...

LAS LÁGRIMAS DEL RICO

Una tarde de otoño, un grupo de mujeres plañideras, a quienes como tales se les había pagado previamente, lloraban desconsoladamente la muerte de una de las hijas de un acaudalado hombre.
La hermana de la fallecida, sorprendida por el espectáculo que estaban ofreciendo las mujeres en el velatorio familiar, se acercó a su madre y le preguntó:
—Querida madre, ¿cómo nosotras, que hemos sufrido la desgracia en carne propia de la repentina pérdida de mi bondadosa y amada hermana, apenas si lloramos? Mira cómo esas mujeres lloronas, que nunca la conocieron se deshacen en lastimeros llantos constantemente.
Y la madre, que se encontraba rota de dolor, contestó, entre sollozos:
—No te extrañes, hija mía. Esas mujeres a las que ves llorando sin apenas consuelo en realidad no están llorando lágrimas, sino dinero. No olvides nunca esto que te digo: las monedas son las lágrimas del rico.
«Poderoso caballero es don dinero», decía Quevedo. Y, como bien muestra esta fábula, en este mundo en el que vivimos, el dinero lo puede todo, hasta convertir a sanos en sufrientes.