NAKANO TAKEKO (La última samurái)
Aunque a algunos pueda extrañarles, las crónicas históricas han dejado constancia de que en el imperio del sol naciente existían, desde el siglo XIII, mujeres guerreras que tuvieron un papel muy importante en una sociedad en que las luchas entre los partidarios del «shogunato» o gobierno militar y los del emperador eran constantes. A estas mujeres se las llamaba «onna-bugeisha», «maestras del combate», por su habilidad y su fuerza a la hora de utilizar las armas, entre ellas la espada naginata, y las artes marciales; es decir, que eran el equivalente femenino de los samuráis. Entre ellas destacó Nakano Takeko (1847-1868), una mujer a la que se recuerda como la última samurái que dirigió un batallón exclusivamente femenino en la Guerra Boshin (1868-1869).
Durante su infancia, Takeko recibió un intenso entrenamiento en artes marciales y también en literatura por parte de su maestro. Después, al no estar de acuerdo con el papel tradicional de la mujer en la sociedad japonesa –casarse y tener hijos–, quiso demostrar que el género femenino era capaz de luchar con tanta ferocidad como los hombres y de defender su país con la misma valentía. Eso es lo que hizo durante la Guerra Boshin, donde, en octubre de 1868, recibió un disparo en el pecho que acabó con su vida, no sin antes pedirle a su hermana, también guerrera, que le cortara la cabeza y la escondiera para no ser un trofeo en manos del enemigo.
Además de haber inspirado libros, películas y obras de arte, Takeko, considerada la Juana de Arco nipona, es un icono del empoderamiento femenino en Japón, donde erigieron un monumento en su honor en el templo de Hokai, Fukuzhima.
Aunque a algunos pueda extrañarles, las crónicas históricas han dejado constancia de que en el imperio del sol naciente existían, desde el siglo XIII, mujeres guerreras que tuvieron un papel muy importante en una sociedad en que las luchas entre los partidarios del «shogunato» o gobierno militar y los del emperador eran constantes. A estas mujeres se las llamaba «onna-bugeisha», «maestras del combate», por su habilidad y su fuerza a la hora de utilizar las armas, entre ellas la espada naginata, y las artes marciales; es decir, que eran el equivalente femenino de los samuráis. Entre ellas destacó Nakano Takeko (1847-1868), una mujer a la que se recuerda como la última samurái que dirigió un batallón exclusivamente femenino en la Guerra Boshin (1868-1869).
Durante su infancia, Takeko recibió un intenso entrenamiento en artes marciales y también en literatura por parte de su maestro. Después, al no estar de acuerdo con el papel tradicional de la mujer en la sociedad japonesa –casarse y tener hijos–, quiso demostrar que el género femenino era capaz de luchar con tanta ferocidad como los hombres y de defender su país con la misma valentía. Eso es lo que hizo durante la Guerra Boshin, donde, en octubre de 1868, recibió un disparo en el pecho que acabó con su vida, no sin antes pedirle a su hermana, también guerrera, que le cortara la cabeza y la escondiera para no ser un trofeo en manos del enemigo.
Además de haber inspirado libros, películas y obras de arte, Takeko, considerada la Juana de Arco nipona, es un icono del empoderamiento femenino en Japón, donde erigieron un monumento en su honor en el templo de Hokai, Fukuzhima.