LA ZORRA CON EL RABO CORTADO
Una zorra con la cola cortada desde su nacimiento vivía apenada y avergonzada por esa condición, ya que se veía muy diferente a sus hermanas. Un día se le ocurrió hablar con ellas para sugerirles que también se cortaran la cola, evitando, así, que se metieran más con ella por ser diferente. Ya reunidas, alegaba que tener cola era innecesario e incómodo. Sin embargo, el grupo no tardó en comentar que la zorra intentaba convencerlas según su conveniencia. Además, a esto se sumaba que ninguna estaba de acuerdo y no se atrevían a decirlo, hasta que, al final, una de las hermanas, harta de las constantes sugerencias, la increpó delante de todas:
—Hermana, dinos la verdad. Si no fuera porque es conveniente para ti que nos cortemos el rabo, ¿realmente nos lo pedirías?
La zorra, avergonzada, no se atrevió a responder. La hermana dijo a todas: «Ya veis que tengo razón. Ella no se cortaría la cola si la situación fuera al revés. Es parte de nuestra naturaleza tener cola y no tenemos la culpa de que ella no tenga. Lo que debemos hacer es no burlarnos de ella».
Esta historia nos enseña a desconfiar de las propuestas de quienes buscan solo su propio beneficio.
Una zorra con la cola cortada desde su nacimiento vivía apenada y avergonzada por esa condición, ya que se veía muy diferente a sus hermanas. Un día se le ocurrió hablar con ellas para sugerirles que también se cortaran la cola, evitando, así, que se metieran más con ella por ser diferente. Ya reunidas, alegaba que tener cola era innecesario e incómodo. Sin embargo, el grupo no tardó en comentar que la zorra intentaba convencerlas según su conveniencia. Además, a esto se sumaba que ninguna estaba de acuerdo y no se atrevían a decirlo, hasta que, al final, una de las hermanas, harta de las constantes sugerencias, la increpó delante de todas:
—Hermana, dinos la verdad. Si no fuera porque es conveniente para ti que nos cortemos el rabo, ¿realmente nos lo pedirías?
La zorra, avergonzada, no se atrevió a responder. La hermana dijo a todas: «Ya veis que tengo razón. Ella no se cortaría la cola si la situación fuera al revés. Es parte de nuestra naturaleza tener cola y no tenemos la culpa de que ella no tenga. Lo que debemos hacer es no burlarnos de ella».
Esta historia nos enseña a desconfiar de las propuestas de quienes buscan solo su propio beneficio.