Las pirámides de Egipto
Hace muchos, muchos años, en el antiguo Egipto, la tierra de los faraones y las esfinges, vivía un niño llamado Amún. Su padre era un talentoso constructor que trabajaba para el faraón, construyendo majestuosas estructuras para los dioses.
Un día, el faraón decidió que quería construir la pirámide más grande que el mundo hubiera visto jamás. Para este gran proyecto, requirió la ayuda de todos los constructores del reino, incluyendo el padre de Amún.
Amún estaba emocionado y ansioso. Quería ayudar a su padre, pero no sabía cómo.
Un día, mientras paseaba por el Nilo, vio cómo los pescadores usaban la corriente del río para mover sus botes. Esta visión le dio una idea.
— ¡Lo tengo! —exclamó el muchacho.
Amún fue corriendo a casa y le contó a su padre su idea.
—Papá, si construimos un canal desde el Nilo hasta el lugar de la construcción, por él podrían flotar las grandes piedras en barcazas por el río y el canal. Esto facilitaría mucho el transporte de las piedras, ¿no crees?
— ¿Construimos? ¿Tú también? —dijo el padre de Amún.
—Bueno, ya me entiendes, papá, yo hago el trabajo intelectual —se rio Amún.
—No sé, no sé —dijo su padre.
Aunque el padre de Amún se mostró escéptico al principio, después de darle una cuantas vueltas decidió hablar con el faraón sobre la idea de su hijo. El faraón quedó impresionado y decidió probar la idea.
Bajo la supervisión del padre de Amún, se cavó un canal desde el río Nilo hasta el sitio de la construcción. Luego, cargaron una piedra en una barcaza y la empujaron al agua. Con la ayuda de la corriente del río, la piedra fue transportada fácilmente hasta el lugar de la construcción.
Este método revolucionó la construcción de la pirámide. Las piedras pudieron ser transportadas mucho más rápido y con menos esfuerzo. La pirámide se elevó rápidamente, convirtiéndose en la maravilla que el faraón había imaginado.
Amun estaba emocionado. Aunque solo era un niño, había contribuido a la construcción de la pirámide más grande de Egipto. Se sintió orgulloso y feliz, sabiendo que había hecho algo importante para ayudar a su padre y a su gente.
Hace muchos, muchos años, en el antiguo Egipto, la tierra de los faraones y las esfinges, vivía un niño llamado Amún. Su padre era un talentoso constructor que trabajaba para el faraón, construyendo majestuosas estructuras para los dioses.
Un día, el faraón decidió que quería construir la pirámide más grande que el mundo hubiera visto jamás. Para este gran proyecto, requirió la ayuda de todos los constructores del reino, incluyendo el padre de Amún.
Amún estaba emocionado y ansioso. Quería ayudar a su padre, pero no sabía cómo.
Un día, mientras paseaba por el Nilo, vio cómo los pescadores usaban la corriente del río para mover sus botes. Esta visión le dio una idea.
— ¡Lo tengo! —exclamó el muchacho.
Amún fue corriendo a casa y le contó a su padre su idea.
—Papá, si construimos un canal desde el Nilo hasta el lugar de la construcción, por él podrían flotar las grandes piedras en barcazas por el río y el canal. Esto facilitaría mucho el transporte de las piedras, ¿no crees?
— ¿Construimos? ¿Tú también? —dijo el padre de Amún.
—Bueno, ya me entiendes, papá, yo hago el trabajo intelectual —se rio Amún.
—No sé, no sé —dijo su padre.
Aunque el padre de Amún se mostró escéptico al principio, después de darle una cuantas vueltas decidió hablar con el faraón sobre la idea de su hijo. El faraón quedó impresionado y decidió probar la idea.
Bajo la supervisión del padre de Amún, se cavó un canal desde el río Nilo hasta el sitio de la construcción. Luego, cargaron una piedra en una barcaza y la empujaron al agua. Con la ayuda de la corriente del río, la piedra fue transportada fácilmente hasta el lugar de la construcción.
Este método revolucionó la construcción de la pirámide. Las piedras pudieron ser transportadas mucho más rápido y con menos esfuerzo. La pirámide se elevó rápidamente, convirtiéndose en la maravilla que el faraón había imaginado.
Amun estaba emocionado. Aunque solo era un niño, había contribuido a la construcción de la pirámide más grande de Egipto. Se sintió orgulloso y feliz, sabiendo que había hecho algo importante para ayudar a su padre y a su gente.