Ofertas de luz y gas

PEDRO MARTINEZ: MIAU...

MIAU

Un samurái se disponía a cocinar el pez que acababa de pescar cuando su gato dio un salto y le robó su presa. El hombre se enfureció, sacó su sable y de un golpe partió al gato en dos. Como era amante de los animales, el remordimiento de haber matado a un ser vivo por un arrebato no le dejaba vivir en paz. De noche solo soñaba con maullidos... ¡Miau! ¡Miau!... La obsesión le perseguía, así que un día fue a visitar a un maestro, quien le dijo:
—Eres un guerrero, ¿cómo has podido caer tan bajo? Si no puedes vencer por ti mismo los miaus, mereces hacerte el haraquiri. Sin embargo, soy benévolo y tendré piedad de ti. Cuando comiences a abrirte el vientre, te cortaré la cabeza para abreviar tu sufrimiento.
El samurái accedió y se preparó para la ceremonia. Cuando ya notaba la punta del cuchillo sobre su abdomen, el maestro le preguntó:
— ¿Oyes ahora los maullidos?
—Oh, no. ¡Ahora no!
—Entonces, si han desaparecido, no es necesario que mueras.
En realidad, todos somos muy parecidos al samurái. Ansiosos, atormentados, miedosos y quejicas. La menor cosa nos espanta y los problemas que nos preocupan no tienen la importancia que les otorgamos. Son parecidos al miau de la historia. Ante la muerte, ¿qué cosa hay que importe?