Iba yo por un camino, cuando una voz de mujer detrás de mí me dijo:
- ¿Me conoces?
Me volví y le contesté:
- No recuerdo tu nombre.
Ella me dijo:
- Yo soy aquella Tristeza profunda que sufriste hace tiempo.
Sus ojos se parecían a la mañana cuando el rocío está todavía en el aire.
Permanecí en silencio y luego le pregunté:
- ¿Has perdido aquella carga inmensa de lágrimas?
Ella sonrió sin contestarme.
Comprendí que sus lágrimas habían tenido tiempo
de aprender el lenguaje de las sonrisas.
Me recordó:
- Una vez aseguraste que conservarías tu tristeza para siempre.
Avergonzado, respondí:
- Es verdad, pero los años han pasado.
Después, con su mano entre las mías, le dije:
- Pero tú también has cambiado.
Entonces, ella me contestó, serena:
- Debes saber que lo que un día fue Tristeza es ahora Paz.
- ¿Me conoces?
Me volví y le contesté:
- No recuerdo tu nombre.
Ella me dijo:
- Yo soy aquella Tristeza profunda que sufriste hace tiempo.
Sus ojos se parecían a la mañana cuando el rocío está todavía en el aire.
Permanecí en silencio y luego le pregunté:
- ¿Has perdido aquella carga inmensa de lágrimas?
Ella sonrió sin contestarme.
Comprendí que sus lágrimas habían tenido tiempo
de aprender el lenguaje de las sonrisas.
Me recordó:
- Una vez aseguraste que conservarías tu tristeza para siempre.
Avergonzado, respondí:
- Es verdad, pero los años han pasado.
Después, con su mano entre las mías, le dije:
- Pero tú también has cambiado.
Entonces, ella me contestó, serena:
- Debes saber que lo que un día fue Tristeza es ahora Paz.