PRONTO CUMPLIRÉ 90 AÑOS
Mi marido falleció hace muchos años, apenas tenía 40. Me quedé con mis 5 hijos, el menor no había cumplido 2 años todavía.
Yo sola, sin ayuda de nadie, logré sacarlos adelante. Trabajé en todo lo que pude: limpiando casas, como cocinera, lavandera y en algunos almacenes.
Me desvivía en los turnos por conseguir un poco más de dinero. Cuando llegaba a casa por la noche, me tumbaba en la cama hasta el día siguiente, que volvía a salir a las 6 de la mañana. Mis hijos se cuidaban entre ellos.
Éramos emigrantes de un pequeño pueblo a una gran ciudad, nos dijeron que aquí habría más oportunidades. Compramos un departamento en un edificio con una hipoteca de muchos años, al morir mi marido la hipoteca quedó a mi nombre. Mis hijos fueron creciendo, encontraron trabajo y se fueron independizando uno por uno.
Me quedé sola en casa, pero con el orgullo y la satisfacción de haber cumplido con mi papel de madre. Si alguna vez faltaba un trozo de pan, yo era quien se quedaba sin comer; mi prioridad era mi familia, los amaba. Y también logré pagar mi casa.
Pasaron los años en tranquilidad, con una pequeña jubilación me las arreglaba bastante bien.
De repente, me encontré en una residencia de ancianos. Me dijeron "vamos a dar un paseo, mamá" y cuando me di cuenta, ya se habían ido.
Extraño mi casa, mis amistades, mis fotos, mis recuerdos, mi balcón donde cada día me sentaba a tomar el fresco, mis geranios, mis cosas. Me tratan bien, pero no es mi hogar.
No puedo hacer lo que me apetezca, hay horarios para todo. Ellos insisten en que es lo mejor para mí porque hay médicos y estoy más cuidada. "Mis hijos decidieron el final de mi vida, ya no les hacía falta".
Hay que luchar contra la idea de que los ancianos son funcionalmente limitados. La mayoría de la población anciana no se encuentra impedida.
Mi marido falleció hace muchos años, apenas tenía 40. Me quedé con mis 5 hijos, el menor no había cumplido 2 años todavía.
Yo sola, sin ayuda de nadie, logré sacarlos adelante. Trabajé en todo lo que pude: limpiando casas, como cocinera, lavandera y en algunos almacenes.
Me desvivía en los turnos por conseguir un poco más de dinero. Cuando llegaba a casa por la noche, me tumbaba en la cama hasta el día siguiente, que volvía a salir a las 6 de la mañana. Mis hijos se cuidaban entre ellos.
Éramos emigrantes de un pequeño pueblo a una gran ciudad, nos dijeron que aquí habría más oportunidades. Compramos un departamento en un edificio con una hipoteca de muchos años, al morir mi marido la hipoteca quedó a mi nombre. Mis hijos fueron creciendo, encontraron trabajo y se fueron independizando uno por uno.
Me quedé sola en casa, pero con el orgullo y la satisfacción de haber cumplido con mi papel de madre. Si alguna vez faltaba un trozo de pan, yo era quien se quedaba sin comer; mi prioridad era mi familia, los amaba. Y también logré pagar mi casa.
Pasaron los años en tranquilidad, con una pequeña jubilación me las arreglaba bastante bien.
De repente, me encontré en una residencia de ancianos. Me dijeron "vamos a dar un paseo, mamá" y cuando me di cuenta, ya se habían ido.
Extraño mi casa, mis amistades, mis fotos, mis recuerdos, mi balcón donde cada día me sentaba a tomar el fresco, mis geranios, mis cosas. Me tratan bien, pero no es mi hogar.
No puedo hacer lo que me apetezca, hay horarios para todo. Ellos insisten en que es lo mejor para mí porque hay médicos y estoy más cuidada. "Mis hijos decidieron el final de mi vida, ya no les hacía falta".
Hay que luchar contra la idea de que los ancianos son funcionalmente limitados. La mayoría de la población anciana no se encuentra impedida.
Buenas noches señora. Mi en hora buena por su fortaleza para tirar del carro, es encomiable su actitud. Eso solo lo puede hacer una madre.
Soy de la zona de Los Montes, pero no de Pedro Martinez, eso es lo de menos. Creo que debemos andar por la misma edad, y en consecuencia con lo que nos inculcaban cuando éramos pequeños, sobre todo el cuidado y veneración a los padres cuando sean mayores. Pero esa teoría estaba bien para vivir en los pueblos, como Pedro Martinez, La Dehesa, Alicún, Don Diego etc. Porque si hacia falta echar una mano siempre había algún familiar que podía echar esa mano, pero en las grandes ciudades, cuando los hijos se van independizando, uno vive en un extremo y otros en otros extremos o pueblos cercanos a la gran ciudad. Los pisos en las grandes urbes, suelen estar mas limitados en metros cuadrados que las casa de pueblo aunque sean pequeñas. Para poder sacar adelante cada una de sus familias, normalmente trabajan los dos en el matrimonio, algunos o todos han tenido hijos, lo que hace que el piso se reduzca para poder tener mas gente, por muy padres que seamos.
Sin animo de crear polémica, le explicaré mi manera de ver el mundo familiar. Los hijos no venimos al mundo por nuestra voluntad, somos consecuencia de la continuidad de la especie, ni podemos escoger padres, que desde que empezamos a tener conciencia, nos inculcaron la obligación de cuidar de ellos en el futuro como ellos nos habían cuidado a nosotros.
Yo también soy emigrante y mis tres hermanos también, vivimos todos en un entorno de 7 kilómetros cuadrados y después de casi veinte años de haber dejado la casa paterna en Granada capital (Si. A la saga familiar, una noche recién acabada la guerra, el alcalde de aquel momento hizo que en aquella noche todos se fueran del pueblo) cosas de nuestro Glorioso Alzamiento Nacional. Pero a lo que vamos, mis padres deciden venirse a vivir donde estábamos todos los hijos con la excusa de estar mas unidos. se habían hecho mayores. Compraron su piso en un punto casi epicentro de donde vivíamos todos, siguen envejeciendo. mi madre empezó a tener demencia senil, mi padre problemas de corazón, así durante un año, murió consecuencia del debilitamiento del corazón. Y aquí empieza un problema jodido. Mis tres hermanos, cada uno tiene su piso, lo necesario para vivir las personas que viven, con el agravante de que todos trabajan. Por tanto no se pueden cuidar de mi madre. Como hermano mayor y disponer de una casa mas grande, comento con mi esposa el que venga a vivir con nosotros, no hay ninguna oposición por parte de mi esposa. Como he dicho antes, mi madre tenia demencia senil, se levantaba por las noches o empezaba a llorar, despertaba a todos (me refiero a mis cinco hijos) que al día siguiente tenían que ir al instituto o la universidad, mi esposa la cuidaba como si de su madre se tratara. Pero un día me dijo: O ponemos una persona, o yo no puedo seguir con esta carga
Me toco convocar una asamblea familiar y exponer el caso. Por unanimidad se convino de llevarla a una residencia, a todos nos dolía tomar aquella solución.
Mire señora, los tiempos han evolucionado y nosotros también. Jesucristo iba en borriquillo y el Papa va en avión. Estoy seguro que sus hijos han tomado esa solución por el bienestar de usted, no por abandonarla. Las residencias de mayores están atendidas por profesionales que saben como se ha de manejar un paciente con bastante edad y alguna secuelas y dolores propias de la edad. No se su nombre, el mío es Carmelo. Y como le dije al principio, enhorabuena por su valentía para cuidar de la tribu. Un abrazo de amistad.
Soy de la zona de Los Montes, pero no de Pedro Martinez, eso es lo de menos. Creo que debemos andar por la misma edad, y en consecuencia con lo que nos inculcaban cuando éramos pequeños, sobre todo el cuidado y veneración a los padres cuando sean mayores. Pero esa teoría estaba bien para vivir en los pueblos, como Pedro Martinez, La Dehesa, Alicún, Don Diego etc. Porque si hacia falta echar una mano siempre había algún familiar que podía echar esa mano, pero en las grandes ciudades, cuando los hijos se van independizando, uno vive en un extremo y otros en otros extremos o pueblos cercanos a la gran ciudad. Los pisos en las grandes urbes, suelen estar mas limitados en metros cuadrados que las casa de pueblo aunque sean pequeñas. Para poder sacar adelante cada una de sus familias, normalmente trabajan los dos en el matrimonio, algunos o todos han tenido hijos, lo que hace que el piso se reduzca para poder tener mas gente, por muy padres que seamos.
Sin animo de crear polémica, le explicaré mi manera de ver el mundo familiar. Los hijos no venimos al mundo por nuestra voluntad, somos consecuencia de la continuidad de la especie, ni podemos escoger padres, que desde que empezamos a tener conciencia, nos inculcaron la obligación de cuidar de ellos en el futuro como ellos nos habían cuidado a nosotros.
Yo también soy emigrante y mis tres hermanos también, vivimos todos en un entorno de 7 kilómetros cuadrados y después de casi veinte años de haber dejado la casa paterna en Granada capital (Si. A la saga familiar, una noche recién acabada la guerra, el alcalde de aquel momento hizo que en aquella noche todos se fueran del pueblo) cosas de nuestro Glorioso Alzamiento Nacional. Pero a lo que vamos, mis padres deciden venirse a vivir donde estábamos todos los hijos con la excusa de estar mas unidos. se habían hecho mayores. Compraron su piso en un punto casi epicentro de donde vivíamos todos, siguen envejeciendo. mi madre empezó a tener demencia senil, mi padre problemas de corazón, así durante un año, murió consecuencia del debilitamiento del corazón. Y aquí empieza un problema jodido. Mis tres hermanos, cada uno tiene su piso, lo necesario para vivir las personas que viven, con el agravante de que todos trabajan. Por tanto no se pueden cuidar de mi madre. Como hermano mayor y disponer de una casa mas grande, comento con mi esposa el que venga a vivir con nosotros, no hay ninguna oposición por parte de mi esposa. Como he dicho antes, mi madre tenia demencia senil, se levantaba por las noches o empezaba a llorar, despertaba a todos (me refiero a mis cinco hijos) que al día siguiente tenían que ir al instituto o la universidad, mi esposa la cuidaba como si de su madre se tratara. Pero un día me dijo: O ponemos una persona, o yo no puedo seguir con esta carga
Me toco convocar una asamblea familiar y exponer el caso. Por unanimidad se convino de llevarla a una residencia, a todos nos dolía tomar aquella solución.
Mire señora, los tiempos han evolucionado y nosotros también. Jesucristo iba en borriquillo y el Papa va en avión. Estoy seguro que sus hijos han tomado esa solución por el bienestar de usted, no por abandonarla. Las residencias de mayores están atendidas por profesionales que saben como se ha de manejar un paciente con bastante edad y alguna secuelas y dolores propias de la edad. No se su nombre, el mío es Carmelo. Y como le dije al principio, enhorabuena por su valentía para cuidar de la tribu. Un abrazo de amistad.