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PEDRO MARTINEZ: EL AGUA ENVENENADA...

EL AGUA ENVENENADA

Un anciano muy religioso viajaba de un monasterio a otro a lomos de una mula. El sol era tan implacable y el camino tan largo, que sus fuerzas se debilitaron y acabó perdiendo el conocimiento hasta caerse de la montura. Justo en ese momento, pasaba por allí un bandolero tristemente célebre por sus muchas fechorías que, al verlo, se apiadó de él. El bandido lo cogió entre sus brazos y trató de darle un poco de agua para reanimarlo. De repente, el anciano volvió en sí y reconoció al famoso bandolero, por lo que se sintió espantado y comenzó a gritar:
– ¡No, no aceptaré ni una gota de agua, ya que viniendo de un malhechor como tú, seguro que está envenenada! ¡Quieres matarme y robarme mi mula, pero no lo conseguirás!–dijo.
–Te equivocas– contestó el bandolero–, mi agua es del manantial. Pura y fresca. Te ayudará a reponerte.
– ¡No, no, está envenenada!– repitió.
–Créeme, anciano, esta agua es muy sana y te dará las fuerzas que ahora necesitas– sugirió el bandolero.
– ¡Te digo que no la beberé, maldito! ¡No probaré ni una sola gota!
Y, negándose a beber, el extenuado corazón del anciano falló y le sobrevino la muerte.
Paradoja: cría buena fama y échate a dormir, cría mala fama y échate a morir.