El descubrimiento del CAFÉ. Para Aprender
El descubrimiento del fruto del café se asienta en Etiopía en una zona de montaña que se localiza en la región de Kaffa. En este lugar crece de manera natural las plantas que dan vida a esta preciada infusión, es aquí donde se han localizado las plantas más antiguas de café. La leyenda del origen del café tiene como protagonista a Kaldi. Un pastor árabe que sacaba a pastar a sus rebaños de cabras por estas montañas etíopes. Un buen día, Kaldi y su rebaño recorrían la montaña. El pastor empezó a observar una llamativa energía de algunas de sus cabras: comían y saltaban de una manera atípica. Al acercarse pudo comprobar que algunas de estas cabras estaban masticando unas bayas rojas que no había visto nunca.
Kaldi las probó pero el gran sabor amargo que sintió en su boca hizo que las escupiera de inmediato a una hoguera que tenía encendida. A los pocos minutos comenzó a salir un agradable olor de la hoguera. Procedía de las bayas rojas, que ahora eran marrones. Kaldi recogió las bayas y corrió a su poblado compartiendo el descubrimiento con sus habitantes.
El curandero de la aldea pidió a Kaldi que hiciera una infusión con las bayas. Esta decisión, fue la clave del café de nuestros días. La cafeína se había hecho presente.
Desde las montañas de Etiopía pasaron al vecino Yemen, situado al Sur de la Península Arábica, desde donde fueron llevadas hasta Ceilán y la India.
El café fue introducido en Europa cuando varios ejemplares de cafetos procedentes de Java fueron llevados al Jardín Botánico de Amsterdam. Desde entonces el cultivo del café se extendió por el continente, llegando incluso a las colonias que los países europeos tenían en América. El consumo de café comenzó a generalizarse en Europa a partir del siglo XVIII.
Los primeros documentos atribuían a la planta del cafeto propiedades curativas. Al Razí, un médico árabe de la época fue el primero en describir la planta del cafeto, el grano y sus propiedades estimulantes “muy apropiadas para combatir la melancolía”. Apenas dos siglos más tarde, sobre el año 1000, otra eminencia de la medicina árabe, conocido como Avicena, escribe “El cánon de la medicina”, uno de los libros más utilizados de la medicina durante siglos, y traducido al latín en el año 1200. En él se describe así el café: “su infusión fortifica los miembros, limpia el cutis, seca los humores malignos y da un olor excelente a todo el cuerpo.”
El café fue considerado primero una bebida religiosa, luego un estimulante para los guerreros que daba fuerza y vigor antes de la batalla, y al mismo tiempo una bebida de mágicos poderes medicinales. Hasta que finalmente se convirtió, hacia el siglo XVI, en la bebida social por excelencia del mundo árabe.
El café se ha convertido en una de las bebidas más populares y consumidas en todo el mundo. Hoy en día los países nórdicos son los mayores consumidores de café, seguidos de Estados Unidos, Italia y España. Por su parte, Brasil, Vietnam y Colombia son los principales productores mundiales de café.
El descubrimiento del fruto del café se asienta en Etiopía en una zona de montaña que se localiza en la región de Kaffa. En este lugar crece de manera natural las plantas que dan vida a esta preciada infusión, es aquí donde se han localizado las plantas más antiguas de café. La leyenda del origen del café tiene como protagonista a Kaldi. Un pastor árabe que sacaba a pastar a sus rebaños de cabras por estas montañas etíopes. Un buen día, Kaldi y su rebaño recorrían la montaña. El pastor empezó a observar una llamativa energía de algunas de sus cabras: comían y saltaban de una manera atípica. Al acercarse pudo comprobar que algunas de estas cabras estaban masticando unas bayas rojas que no había visto nunca.
Kaldi las probó pero el gran sabor amargo que sintió en su boca hizo que las escupiera de inmediato a una hoguera que tenía encendida. A los pocos minutos comenzó a salir un agradable olor de la hoguera. Procedía de las bayas rojas, que ahora eran marrones. Kaldi recogió las bayas y corrió a su poblado compartiendo el descubrimiento con sus habitantes.
El curandero de la aldea pidió a Kaldi que hiciera una infusión con las bayas. Esta decisión, fue la clave del café de nuestros días. La cafeína se había hecho presente.
Desde las montañas de Etiopía pasaron al vecino Yemen, situado al Sur de la Península Arábica, desde donde fueron llevadas hasta Ceilán y la India.
El café fue introducido en Europa cuando varios ejemplares de cafetos procedentes de Java fueron llevados al Jardín Botánico de Amsterdam. Desde entonces el cultivo del café se extendió por el continente, llegando incluso a las colonias que los países europeos tenían en América. El consumo de café comenzó a generalizarse en Europa a partir del siglo XVIII.
Los primeros documentos atribuían a la planta del cafeto propiedades curativas. Al Razí, un médico árabe de la época fue el primero en describir la planta del cafeto, el grano y sus propiedades estimulantes “muy apropiadas para combatir la melancolía”. Apenas dos siglos más tarde, sobre el año 1000, otra eminencia de la medicina árabe, conocido como Avicena, escribe “El cánon de la medicina”, uno de los libros más utilizados de la medicina durante siglos, y traducido al latín en el año 1200. En él se describe así el café: “su infusión fortifica los miembros, limpia el cutis, seca los humores malignos y da un olor excelente a todo el cuerpo.”
El café fue considerado primero una bebida religiosa, luego un estimulante para los guerreros que daba fuerza y vigor antes de la batalla, y al mismo tiempo una bebida de mágicos poderes medicinales. Hasta que finalmente se convirtió, hacia el siglo XVI, en la bebida social por excelencia del mundo árabe.
El café se ha convertido en una de las bebidas más populares y consumidas en todo el mundo. Hoy en día los países nórdicos son los mayores consumidores de café, seguidos de Estados Unidos, Italia y España. Por su parte, Brasil, Vietnam y Colombia son los principales productores mundiales de café.