PEDRO MARTINEZ: LA OVEJA IMPACIENTE...

LA OVEJA IMPACIENTE

Un pastor tenía dos ovejas que habían parido corderitos. Por las noches, los encerraba a todos en un corral para que no se los comieran los lobos y, durante el día, soltaba a las ovejas y dejaba a los corderitos en casa. En una ocasión, un temporal de lluvias sorprendió a las ovejas y desbordó un río que le impedía volver a casa para amamantar a sus crías. Una de las ovejas se puso a pastar paciente en la orilla, esperando que bajaran las aguas. La otra se impacientó pensando que no volvería a tiempo para dar de comer a los corderos y estos se morirían de hambre, además de que podían ser devoradas por los lobos. «Tranquila, las aguas bajarán y mañana podremos volver a casa sanas y salvas», le dijo su compañera. De nada sirvió, ya que la oveja se arrojó igualmente al agua. El pastor, que había intentado ayudarlas, vio, impotente desde la otra orilla, cómo el cuerpo de la oveja era arrastrado por la corriente, que lo empotraba contra las rocas. Pasadas unas horas, el nivel del río descendió y la otra oveja pudo volver a casa. A partir de entonces, se hizo cargo de sus hijos y de los huérfanos. Esto nos hace ver que sin esperanza es imposible tener paciencia, pero también que la impaciencia por alcanzar las cosas rápido nos hace perder la oportunidad de conseguirlas en el futuro.