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PEDRO MARTINEZ: LOS DOS JINETES...

LOS DOS JINETES

Una mañana muy fría, dos jinetes cabalgaban por un camino campestre. A uno de ellos, que era ciego, se le cayó su látigo. Se bajó del caballo y, arrodillado, palpó la tierra buscándolo. No lo pudo encontrar, pero dio con otro que le pareció más elegante y más suave. Montó su animal y continuó la cabalgata. El otro jinete, que sí podía ver, le preguntó qué había buscado en el suelo.
El ciego le respondió: «Perdí mi látigo y bajé a buscarlo. No lo logré, pero encontré este otro. Es más largo, suave y flexible».
El hombre que sí podía ver le dijo:
– ¡Arrójalo de inmediato! Lo que tienes en la mano no es un látigo, sino una serpiente adormecida por el frío.
El ciego rehusó tirarla, diciendo que el hombre que podía ver estaba envidioso de su nueva fusta. Un rato más tarde, el calor del día despertó a la serpiente, que acabó mordiendo al ciego, envenenándolo.
Esta historia nos enseña, a modo de metáfora, que uno siempre debe escuchar a aquellos que se preocupan por nosotros.