SOY UN RUISEÑOR
Cierto día, un joven paseaba por el campo y le entraron unas ganas enormes de comer una pieza de fruta. Como no había nadie a su alrededor, se metió de incógnito en una huerta, trepó a un árbol y comenzó a comer toda la fruta que alcanzaba. Al poco rato, el dueño apareció y le preguntó enojado:
– ¿Qué haces allí arriba?
Tratando de librarse, el joven le contestó muy dulcemente:
–Oh, señor, soy un ruiseñor y solo estoy aquí cantando.
Al hombre le pareció graciosa la ocurrencia y sonrió diciendo:
–Así que eres un ruiseñor, ¿eh?, entonces déjame oír tu canto.
El muchacho comenzó a hacer muecas y sonidos extraños, provocando las carcajadas del dueño:
– ¿Pero qué clase de canto es ese?
Nunca había escuchado a un ruiseñor cantar así.
Y el chico contestó:
–Bueno, así es como canta realmente un ruiseñor sin experiencia. Tanta gracia le hizo al hortelano, que dejó marchar al muchacho una vez satisfecha su ansia de fruta.
Cierto día, un joven paseaba por el campo y le entraron unas ganas enormes de comer una pieza de fruta. Como no había nadie a su alrededor, se metió de incógnito en una huerta, trepó a un árbol y comenzó a comer toda la fruta que alcanzaba. Al poco rato, el dueño apareció y le preguntó enojado:
– ¿Qué haces allí arriba?
Tratando de librarse, el joven le contestó muy dulcemente:
–Oh, señor, soy un ruiseñor y solo estoy aquí cantando.
Al hombre le pareció graciosa la ocurrencia y sonrió diciendo:
–Así que eres un ruiseñor, ¿eh?, entonces déjame oír tu canto.
El muchacho comenzó a hacer muecas y sonidos extraños, provocando las carcajadas del dueño:
– ¿Pero qué clase de canto es ese?
Nunca había escuchado a un ruiseñor cantar así.
Y el chico contestó:
–Bueno, así es como canta realmente un ruiseñor sin experiencia. Tanta gracia le hizo al hortelano, que dejó marchar al muchacho una vez satisfecha su ansia de fruta.