EL PRISIONERO Y EL ESCARABAJO
Un hombre acabó encarcelado de por vida en lo alto de una torre debido a una serie de delitos cometidos. Como su mujer no aceptaba esta dolorosa separación de su marido, tomó la firme decisión de ayudarlo a escapar.
De este modo, atrapó un escarabajo y, tras haber atado con delicadeza un hilo de seda extremadamente delgado al insecto, untó sus antenas con una gota de miel. Luego, lo depositó al pie de la torre, con las antenas dirigidas hacia lo alto.
El insecto, en su afán de alcanzar la miel, trepó tanto que llegó a la ventana del prisionero y, una vez allí, el hombre preso lo cogió, le retiró el hilo de seda y lo dejó libre. A continuación tiró del hilo, en cuyo extremo su mujer había atado otro hilo más grueso. Seguía a este un hilo bramante, al bramante una cuerda, una sólida soga que el hombre fijó en el interior de la celda para descender de la torre y huir con su adorada esposa.
Un hombre acabó encarcelado de por vida en lo alto de una torre debido a una serie de delitos cometidos. Como su mujer no aceptaba esta dolorosa separación de su marido, tomó la firme decisión de ayudarlo a escapar.
De este modo, atrapó un escarabajo y, tras haber atado con delicadeza un hilo de seda extremadamente delgado al insecto, untó sus antenas con una gota de miel. Luego, lo depositó al pie de la torre, con las antenas dirigidas hacia lo alto.
El insecto, en su afán de alcanzar la miel, trepó tanto que llegó a la ventana del prisionero y, una vez allí, el hombre preso lo cogió, le retiró el hilo de seda y lo dejó libre. A continuación tiró del hilo, en cuyo extremo su mujer había atado otro hilo más grueso. Seguía a este un hilo bramante, al bramante una cuerda, una sólida soga que el hombre fijó en el interior de la celda para descender de la torre y huir con su adorada esposa.