En un pequeño
pueblo de
Eslovenia, rodeado por bosques espesos y
montañas cubiertas de
niebla, vivía un viejo violinista llamado Luka. Había perdido a su esposa años atrás y desde entonces tocaba solo, cada tarde, en el porche de su cabaña de madera.
—Para que el bosque no se olvide de ella —decía.
Una tarde de
otoño, mientras tocaba una melodía suave y nostálgica, escuchó algo crujir entre los
árboles. Pensó que era un ciervo, pero lo que emergió fue un
joven oso pardo, enorme, de andar tranquilo…
... (ver texto completo)