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La extracción industrial del aceite de oliva genera una elevada cantidad de residuos y subproductos que requieren una gestión adecuada para minimizar su impacto ambiental. Actualmente, el subproducto más abundante generado por la industria oleícola en España es sin duda el orujo de oliva de dos fases (alperujo) El alperujo, frecuentemente deshuesado, suele someterse a una segunda centrifugación para recuperar parte de su aceite; posteriormente se seca para extraer con disolventes el aceite residual que todavía contiene (aceite de orujo) y finalmente se utiliza como combustible en diversos procesos térmicos y para la generación de energía eléctrica. Sin embargo, la reciente detección de hidrocarburos policíclicos aromáticos en el aceite de orujo (benzopirenos) generados durante el secado del subproducto, junto con el impacto contaminante provocado por los gases procedentes de los distintos procesos de combustión, está impulsando la aplicación de técnicas de compostaje, de bajo coste y respetuosas con el medio ambiente, para el aprovechamiento agrícola del alperujo como abono orgánico y enmendante del suelo.

Los resultados de esta investigación indican que el alperujo es un sólido muy fluido, de moderada acidez, elevado contenido en materia orgánica y potasio, y generalmente con un notable contenido graso y de polifenoles hidrosolubles. Otras características, como su elevada humedad y pequeño tamaño de partícula, hacen necesario adicionarle agentes estructurantes y suministrarle una aireación adecuada para su compostaje a fin de facilitar la oxigenación de los sustratos y la obtención de composts, exentos de fitotoxicidad, ricos en materia orgánica parcialmente humificada y con un contenido considerable de potasio y nitrógeno, aunque escaso de fósforo y micronutrientes.