Santos y
Vírgenes de
casa en casa
Una
costumbre antigua que se sigue manteniendo en nuestros días.
Polícar cuenta con cinco imágenes:
San Antonio de Padua (patrón), la Sagrada
Familia, la Purísima o Inmaculada Concepción, la
Virgen de Fátima (patrona) y la "Milagrosa". Las imágenes van dentro de unas
capillas de madera y se pasan de casa en casa antes de que llegue la
noche, cuando se llega a la
puerta se toca y se dice "Ave María Purísima" y la persona de la casa responde "Sin Pecado Concebida", y se le entrega la virgen; que se tiene toda la noche y todo el día con un cirio encendido. Al caer la tarde, la
capilla con la imagen se lleva a la casa vecina, diciendo el saludo formal.
La Cencerrá
La
tradición de tocar La cencerrá el Sábado de Gloria, viene de muy antiguo. La noche del Sábado de Gloria, todo el
pueblo se reúne con cencerros en la
iglesia y cuando el cura dice “Gloria”, todos los cencerros suenan estrepitosamente y se echan las
campanas al vuelo para celebrar la Resurrección de
Cristo. Cuentan los vecinos más mayores, que siempre se ha celebrado esta
fiesta desde tiempos inmemoriales. Según las crónicas del Obispado de
Guadix, en esta zona de ganaderos, durante la cuaresma (tiempo de penitencia) se le quitaban los cencerros a los animales como símbolo de esa penitencia, al llegar el ansiado día de la Resurrección se le volvían a poner, llevándolos antes a la Misa de Gloria para celebrar este acontecimiento. Esta tradicional costumbre se sigue celebrando a día de hoy.
Chiscos - Víspera de San Antón Abad (17 de enero), Víspera de la Candelaria (2 de febrero), Víspera de San Blas (3 de febrero).
En las vísperas de estos días se hacen los tradicionales chiscos granad inos. Consiste en ir al
campo a recoger leña y las típicas "bolisnas"; para, a la caída de la tarde, hacer lumbres o chiscos en diferentes lugares del pueblo. Es costumbre que los vecinos de junten en el chisco para
comer y asar productos de la tierra, sobre todo de la
matanza, beber vino del pueblo y comer rosetas.
La Guirnalda
Los novios solían ponerles “la guirnalda” a sus novias en la noche del Sábado de Gloria al Domingo de Resurrección. Solían reunirse en una casa particular, donde hacía el
baile para festejar la resurrección de Cristo y el fin del tiempo de austeridad marcado por la cuaresma y la
Semana Santa. Las jóvenes eran acompañadas por sus madres hasta que finalizaba este baile para controlar el comportamiento entre chicos y chicas.
Los propios jóvenes traían un guitarrista, una bandurria y un violín para amenizar la velada. Cuando acababa el baile, las muchachas recorrían las
casas del pueblo pidiendo ropa vieja, que rellenarían de paja para hacer una especie de muñecos, denominados los “judas”. Los chicos que estaban interesados en alguna chica, le tocaban una serenata en la puerta de su casa, una vez acabada le ponían una rama de
pino “Guirnalda” o naranjas de regalo, y se quedaban toda la noche vigilando, por si había otro
joven interesado en la misma muchacha. A otras chicas se les dejaba un presente desagradable (un hueso llamado “zancarrón”) para hacerlas enfadar y desorientarlas, ya que nunca sabían quien se lo había dejado.
A la mañana siguiente, los jóvenes destrozaban y quemaban a estos "judas" por toda la
plaza, antes de la
procesión del Resucitado que se realiza al
amanecer, para recordar el triunfo del bien sobre el mal con la resurrección.