Si los jueces tuviesen tiempo (que por desgracia no es así) de investigar todos los indicios de cohecho impropio que existen sobre presidentes autonómicos, consejeros, directores generales y alcaldes de este país, a lo mejor se saneaba la supurante herida que para los ciudadanos representa intuir, cuando no saber, de los regalos y favores no remunerados que tales cargos reciben por el hecho de manejar las llaves de la caja común. Caja que, no hay que recordarlo, llenamos entre todos los que aún conservamos el empleo.
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