Porque quiere a la Carmela,
Por ser bonita y con gracia,
Pretendiendo los amores,
De la gitana que baila.
En las pautas del silencio,
Con aromas de las habas,
Se reflejan las pasiones,
Entre greñas de gitanas.
El aire extiende la voz,
De Carmelita que canta,
Un manto tiende la noche,
Entre el humo de las llamas.
Oscuridad del misterio,
Con los ojos que arrebatan,
Al Candongo por los celos,
De su faja, la navaja.
Pisando sus pies desnudos,
El polvo que ella levanta.
Candongo con un quejido,
Con arrugas en su cara,
Lanza al aire su lamento,
Que las sombras arrebatan.
Porque quiere a la Carmela,
Por ser bonita y con gracia,
Pretendiendo los amores,
De la gitana que baila.
En las pautas del silencio,
Con aromas de las habas,
Se reflejan las pasiones,
Entre greñas de gitanas.
En la noche sarracena,
Acallando a las cigarras.
Las manos con el palmeo,
En el ritmo se empalagan,
Meciendo los sentimientos,
Con corazón en sus almas.
La Carmela está bailando,
Con remolinos de falda,
Pisando sus pies desnudos,
El polvo que ella levanta.
Candongo con un quejido,
Con arrugas en su cara,
Lanza al aire su lamento,
Que las sombras arrebatan.
Candongo contra una piedra,
Afilando esta la faca,
Entonando entre los humos,
Sus quejidos de garganta.
Hay olores de jarales,
Entre los canchos de plata,
Es la noche del embrujo,
Noche de luna muy clara.
Un taranto que se siente,
Con rasgueo de guitarra,
En la noche sarracena,
Acallando a las cigarras.
Las manos con el palmeo,
En el ritmo se empalagan,
Meciendo los sentimientos,
Con corazón en sus almas.
La Carmela está bailando,
Con remolinos de falda,
Cuando la noche esta cerca,
Es cuando el carro se para,
Y se alumbran las hogueras,
Con maderas y retamas.
Ya murmura el campamento,
Con el humo y con las brasas,
Que cuecen para la cena,
Una puchera con habas.
Candongo contra una piedra,
Afilando esta la faca,
Entonando entre los humos,
Sus quejidos de garganta.
Hay olores de jarales,
Entre los canchos de plata,
Es la noche del embrujo,
Noche de luna muy clara.
Un taranto que se siente,
Con rasgueo de guitarra,
Con el andar de las ruedas,
Las pezoneras reclaman,
La grasa de sus quejidos,
Con chirridos de sus ansias.
Con cadencia de caminos,
La caravana se afana,
Mezclando su caminar,
Entre los canchos y jaras.
Cuando la noche esta cerca,
Es cuando el carro se para,
Y se alumbran las hogueras,
Con maderas y retamas.
Ya murmura el campamento,
Con el humo y con las brasas,
Que cuecen para la cena,
Una puchera con habas.
Por ser Calé con mil gracias,
Con cara de noche y luna,
Y el embrujo de su raza.
Su madre, la mira y mira,
Sentada junto a la vara,
Mientras el carro camina,
Desde el ocaso hacía el alba.
Con el andar de las ruedas,
Las pezoneras reclaman,
La grasa de sus quejidos,
Con chirridos de sus ansias.
Con cadencia de caminos,
La caravana se afana,
Mezclando su caminar,
Entre los canchos y jaras.
Entre los canchos y el río.
La esencia de los gitanos,
Camina por la mañana,
Junto a la lona del carro,
La Carmela lo llevaba.
La llaman la re bonita,
Por ser Calé con mil gracias,
Con cara de noche y luna,
Y el embrujo de su raza.
Su madre, la mira y mira,
Sentada junto a la vara,
Mientras el carro camina,
Desde el ocaso hacía el alba.
De Cales de pura raza,
Y por la lona entreabierta,
La Carmela lo guiaba.
Los herrajes de la mula,
Cascabeles y el bruñido,
Tintinean con los hoyos,
Entre los canchos y el río.
La esencia de los gitanos,
Camina por la mañana,
Junto a la lona del carro,
La Carmela lo llevaba.
La llaman la re bonita,
Entre jirones de niebla,
Y las piedras del camino,
Arrastra el carro la mula,
Maldiciendo su destino.
Es un carro de Gitanos,
De Cales de pura raza,
Y por la lona entreabierta,
La Carmela lo guiaba.
Los herrajes de la mula,
Cascabeles y el bruñido,
Tintinean con los hoyos,
Entre jirones de niebla,
Y las piedras del camino,
Arrastra el carro la mula,
Maldiciendo su destino.
Es un carro de Gitanos,