Purullena es siempre espíritu de superación. Hace unos años Francisco Martín inició una pequeña aventura comercial junto a la travesía que cruzaba el pueblo. Transformó la entrada de su casa primero en un puesto de postales y después en una exposición de cerámica local, cobres y otros cacharros típicos.
La curiosidad de los turistas por aquellos cacharros cambió la fisonomía de la villa. La hija de Francisco, Maribel, mantiene la tradición, que cree que la crisis ha hecho más daño que el desvío de la autovía. «Me da pena que la gente esté cerrando sus negocios», explica. La saga continúa, su hijo Francisco Requena fue distinguido por la Asociación Intersectorial de Empresarios por haber convertido la Cueva La Inmaculada en un museo de la cerámica. Maribel espera que su nieto Paco también siga la tradición familiar y vinculado a los cacharros de cerámica. De momento, Paco prefiere soñar con los cacharros de la feria en el carricoche que sus padres y abuelos pasean por el ferial.
La curiosidad de los turistas por aquellos cacharros cambió la fisonomía de la villa. La hija de Francisco, Maribel, mantiene la tradición, que cree que la crisis ha hecho más daño que el desvío de la autovía. «Me da pena que la gente esté cerrando sus negocios», explica. La saga continúa, su hijo Francisco Requena fue distinguido por la Asociación Intersectorial de Empresarios por haber convertido la Cueva La Inmaculada en un museo de la cerámica. Maribel espera que su nieto Paco también siga la tradición familiar y vinculado a los cacharros de cerámica. De momento, Paco prefiere soñar con los cacharros de la feria en el carricoche que sus padres y abuelos pasean por el ferial.