Un hombre estaba parado a la orilla de la carretera a medianoche haciendo autostop, a la vez que estaba cayendo una tremenda tormenta.
Esto sucedió la madrugada de un 30 de Febrero.
Pasó un tiempo pero nadie se paraba para llevarlo. La tormenta era tan fuerte que apenas sí se alcanzaba a ver a unos 2 metros de distancia.
De repente, vio cómo un extraño coche con las luces apagadas se acercaba lentamente y al final se detuvo frente a él. El hombre, sin dudarlo por lo precario de su situación, se sube al coche y cierra la puerta.
Mira hacia el asiento de al lado y se da cuenta con asombro de que nadie va conduciendo el coche.
El coche arranca suave y pausadamente. El hombre comienza a escuchar voces que susurran algo que no entiende, y oye jadeos y quejidos, pero no hay nadie dentro del coche.
Mira hacia adelante, a la carretera y con horror se percata de que delante hay una curva.
Asustado, comienza a rezar e implorar por su salvación al advertir su trágico destino. Aún no ha terminado de salir de su espanto cuando, justo antes de llegar a la curva, aparece una mano tenebrosa por la ventana del chofer y mueve el volante lentamente pero con firmeza.
Paralizado del terror y sin aliento, medio cierra los ojos y se aferra con todas sus fuerzas al asiento; inmóvil e impotente ve cómo sucedía lo mismo en cada curva del oscuro camino, y los quejidos y jadeos aumentaban en cada momento, lo que le provocaba tal espanto que cada vez se acurrucaba mas en el asiento.
De pronto escucha unas voces jadeantes que le dicen... No te escondas, que te vemos... ¿porque te escondes?
Totalmente helado por el pánico, tras varios segundos sin atreverse a contestar, y ante la insistencia de las voces que le repetían lo mismo una y otra vez, responde...
- ¡Por favor no me hagais nada!, ¡Por favor no!
A lo que se escucha una voz ronca, fuerte y clara que le dice...
- ¿Que no te hagamos nada hijo puta?, como no salgas del coche y empujes como los demás, te vamos a inflar a HOSTIAS!
Esto sucedió la madrugada de un 30 de Febrero.
Pasó un tiempo pero nadie se paraba para llevarlo. La tormenta era tan fuerte que apenas sí se alcanzaba a ver a unos 2 metros de distancia.
De repente, vio cómo un extraño coche con las luces apagadas se acercaba lentamente y al final se detuvo frente a él. El hombre, sin dudarlo por lo precario de su situación, se sube al coche y cierra la puerta.
Mira hacia el asiento de al lado y se da cuenta con asombro de que nadie va conduciendo el coche.
El coche arranca suave y pausadamente. El hombre comienza a escuchar voces que susurran algo que no entiende, y oye jadeos y quejidos, pero no hay nadie dentro del coche.
Mira hacia adelante, a la carretera y con horror se percata de que delante hay una curva.
Asustado, comienza a rezar e implorar por su salvación al advertir su trágico destino. Aún no ha terminado de salir de su espanto cuando, justo antes de llegar a la curva, aparece una mano tenebrosa por la ventana del chofer y mueve el volante lentamente pero con firmeza.
Paralizado del terror y sin aliento, medio cierra los ojos y se aferra con todas sus fuerzas al asiento; inmóvil e impotente ve cómo sucedía lo mismo en cada curva del oscuro camino, y los quejidos y jadeos aumentaban en cada momento, lo que le provocaba tal espanto que cada vez se acurrucaba mas en el asiento.
De pronto escucha unas voces jadeantes que le dicen... No te escondas, que te vemos... ¿porque te escondes?
Totalmente helado por el pánico, tras varios segundos sin atreverse a contestar, y ante la insistencia de las voces que le repetían lo mismo una y otra vez, responde...
- ¡Por favor no me hagais nada!, ¡Por favor no!
A lo que se escucha una voz ronca, fuerte y clara que le dice...
- ¿Que no te hagamos nada hijo puta?, como no salgas del coche y empujes como los demás, te vamos a inflar a HOSTIAS!