A TI, MUJER
Doscientos años de bandera
de la “Pepa” y su nacimiento,
doscientos años que condenan
a inquisiciones de lamento
con igualdades y libertades
de una constitución abierta
a unas leyes liberales
de injusticias y cadenas
del viril y potente macho
que a la mujer atenazaba
con vejaciones y maltrato
en una era despiadada.
Hasta llegar a ésta fecha
se han ganado muchas batallas
que nos permitió la “Pepa”
y defendimos con el alma
pero aún queda camino
sucio, amargo y cruel
que mancha de sangre el destino
y dignidad de la mujer
en brotes de un trato amargo
que ésta sociedad moderna
no consigue remediarlo
y lo sufre con la pena
de tener que soportarlo,
el maltrato a la mujer
es una lacra suicida,
de quien no sabe entender
que el derecho a la vida
nadie lo puede romper
que antes piensen en su madre
y que una mujer nos parió
y que vivimos de su sangre,
de su ser y condición,
malditos sean los placeres
que se amparan en las drogas,
malditas sean las leyes
que no marchitan sus hojas
ni mandan a la cárcel, aquél
que sólo levante un dedo
señalando a una mujer
para faltarle el respeto,
estos tiempos modernos
de una real igualdad
de logros y de provechos
vividos en sociedad
con libertades y progresos
de inventos y de cultura
están enlutados por hechos,
de tristeza y amargura
que nos rompen el corazón
a los hombres y mujeres
con desolado dolor
sintiéndonos impotentes
en nuestro afecto y querer
sufriendo ésta amarga lacra
de maltrato a una mujer
sea negra, amarilla ó blanca,
si por decirle ¡canalla!
ésta lacra se rompiera
gritaría con mi alma
lo más fuerte que pudiera
y rompería con mi afecto,
con todo mi amor y ser
el dolor y el sufrimiento
que padece la mujer,
de nada sirve increpar
a la ley, ni al gobernante
si no sabemos respetar,
distinguir, querer y amar
a quien nos cría y nos pare,
la Pepa nos abrió las puertas
a un Mundo de buen talante
sabio y libre en sus propuestas
de igualdad y tolerante
para que la mujer y el hombre
lo siembre de felicidad,
con instinto leal y noble
trabajo y fraternidad,
donde no tenga cabida
quien se invente los derechos
ni se tome la justicia
por su mano y privilegios.
Doscientos años de bandera
de la “Pepa” y su nacimiento,
doscientos años que condenan
a inquisiciones de lamento
con igualdades y libertades
de una constitución abierta
a unas leyes liberales
de injusticias y cadenas
del viril y potente macho
que a la mujer atenazaba
con vejaciones y maltrato
en una era despiadada.
Hasta llegar a ésta fecha
se han ganado muchas batallas
que nos permitió la “Pepa”
y defendimos con el alma
pero aún queda camino
sucio, amargo y cruel
que mancha de sangre el destino
y dignidad de la mujer
en brotes de un trato amargo
que ésta sociedad moderna
no consigue remediarlo
y lo sufre con la pena
de tener que soportarlo,
el maltrato a la mujer
es una lacra suicida,
de quien no sabe entender
que el derecho a la vida
nadie lo puede romper
que antes piensen en su madre
y que una mujer nos parió
y que vivimos de su sangre,
de su ser y condición,
malditos sean los placeres
que se amparan en las drogas,
malditas sean las leyes
que no marchitan sus hojas
ni mandan a la cárcel, aquél
que sólo levante un dedo
señalando a una mujer
para faltarle el respeto,
estos tiempos modernos
de una real igualdad
de logros y de provechos
vividos en sociedad
con libertades y progresos
de inventos y de cultura
están enlutados por hechos,
de tristeza y amargura
que nos rompen el corazón
a los hombres y mujeres
con desolado dolor
sintiéndonos impotentes
en nuestro afecto y querer
sufriendo ésta amarga lacra
de maltrato a una mujer
sea negra, amarilla ó blanca,
si por decirle ¡canalla!
ésta lacra se rompiera
gritaría con mi alma
lo más fuerte que pudiera
y rompería con mi afecto,
con todo mi amor y ser
el dolor y el sufrimiento
que padece la mujer,
de nada sirve increpar
a la ley, ni al gobernante
si no sabemos respetar,
distinguir, querer y amar
a quien nos cría y nos pare,
la Pepa nos abrió las puertas
a un Mundo de buen talante
sabio y libre en sus propuestas
de igualdad y tolerante
para que la mujer y el hombre
lo siembre de felicidad,
con instinto leal y noble
trabajo y fraternidad,
donde no tenga cabida
quien se invente los derechos
ni se tome la justicia
por su mano y privilegios.