Despues de una campaña horticola desastrosa como la que termina dentro de poco, le queda a uno en el cuerpo una doble sensación: por un lado la impotencia de ver como no ganas ni para pipas, pero por otro lado la satisfacción porque un año más se demuestra que con el
campo nadie se pone rico, ejemplo de ello son las varias decenas de agricultores "espontáneos" con muchas tierras en renta, medio
marruecos trabajandolas, y ellos dando vueltas con los todoterreno mientras sus
felices esposas van a los
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