Hace poco terminé de leer la biografía de Winston Churchill. Este político inglés que copó los dos tercios del siglo XX, es considerado como uno de las mentes más clarividentes de la política europea. Particularmente no comulgo con su ideología política pero he de reconocer que todo cuánto me habían dicho de él, en cuanto a su talento y su chispa, se queda corto. Este estadista se enfrentó cara a cara con Hitler y su insistencia en combatirlo hizo que hoy no nos estemos lamentando en Europa. También se enfrentó con Jose Stalin (Pepe, para los amigos) pero con desigual suerte, aunque si no hubiera sido por él, seguramente también Europa hoy sería diferente.
También fue un buen escritor, debido a sus múltiples salidas y perticipaciones en actos de guerra, tuvo temas para escribir. En su tiempo llegó a vender tantos libros que incluso durante algún tiempo vivió de la venta de los mismos. Pero el motivo de traerlo hoy aquí, no es otro que contar unas cuantas anécdotas de él. Con ellas se ve su genialidad y su sentido del humor que nunca le abandonó, como corresponde al gran hombre que fue.
Veamos algunas de estas anécdotas:
-- Cuando Churchill cumplió 80 años, un periodista menor de 30 fue a fotografiarlo y le dijo: "Sir Winston, espero fotografiarlo nuevamente cuando Ud. cumpla 90 años". Respuesta de Churchill: " ¿Por qué no? ¡Ud. parece bastante saludable!.
-- Bernard Shaw, el mayor dramaturgo inglés del siglo XX, envió un telegrama a Churcill, decía: "Tengo el honor de invitar al digno primer ministro al estreno de mi obra Pigmalión. Venga y traiga un amigo, si lo tiene". Fdo.: Bernard Shaw.
Respuesta de Churchill: "Agradezco al ilustre escritor la honrosa invitación. Infelizmente no podré concurrir a la primera presentación. Iré a la segunda, si ésta se realiza". Fdo.: Winston Churchill.
-- El general Montgomery estaba siendo homenajeado, por vencer a Rommel en la batalla de Africa, en la II Guerra Mundial. En su discurso, el general Montgomery dice: "No fumo, o bebo, no prevarico y soy un héroe".
Churchill oyó el discurso y con celos, retrucó: "Yo fumo, bebo, prevarico y soy el jefe de él".
-- Sucedió en el Parlamento inglés. Fue durante uno de los discursos de Churchill en el que una diputada de la oposición, pidió la palabra. Todos sabían que a Churchill no le gustaba que interrumpiesen sus discursos. Pero la palabra le fue dada a la diputada y ella dijo en tono alto y claro: " ¡Sr. Ministro, si Vuestra Excelencia fuese mi marido, yo pondría veneno en su café!". Churchill, con mucha calma, se quitó los lentes, y en aquel silencio en el que todos estaban esperando la respuesta exclamó: "Y si yo fuese su marido, me tomaba ese café".
¡Genial!... Espero que les hayan gustado las ocurrencias de este hombre.
Un saludo afectuoso. E. G.
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