Quien haya tenido la oportunidad de ver la película de: "El gran dictador" de Charles Chaplin, habrá podido gozar de una magnífica película con un fondo tremendo que, como todas las películas del popular Charlot, le hicieron famoso en todo el mundo. Este hombre que tuvo una niñez muy desgraciada desde todos los puntos de vista: familiar, económica, social, etc.; cuando se fue haciendo mayor y la suerte quiso darle la oportunidad de ser actor, convirtió su mundo, el mundo de la farándula, el teatro y más tarde, el cine, en un medio para divertir, pero sobretodo, a hacer reflexionar al mundo entero con sus pequeñas historias. Colofón de su fina inteligencia y su afán moralista en su obra, es el discurso que al final de la película, antes citada (El gran dictador), da a los presentes a un mitin y por extensión a todos los hombres. Es una obra de cine clásica porque clásico es todo aquéllo que transciende a su tiempo y sobrepasa todas las barreras convirtiéndose en un tema de absoluta validez en el pasado, presente y, sobretodo, futuro para los seres humanos. A continuación, reproduzco el citado discurso. Leanlo y reflexionen sobre el mismo. Un saludo y que el frío no les hiele la cabeza. E. G.
DISCURSO FINAL DE: EL GRAN DICTADOR.
"Lo siento, pero no quiero ser emperador. No es lo mío. No quiero gobernar o conquistar a nadie. Me gustaría ayudar a todo el mundo, si fuera posible, a judíos, gentiles, negros, blancos. Todos nosotros queremos ayudarnos mutuamente. Los seres humanos son así. Queremos vivir para la felicidad y no para las miserias ajenas. No queremos odiarnos y despreciarnos mutuamente. En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede proveer a todos.
El camino de la vida puede ser libre y bello; pero hemos perdido el camino. La avaricia ha envenenado las almas de los hombres, ha levantado en el mundo barricadas de odios, nos ha llevado al paso de la oca a la miseria y la matanza. Hemos aumentado la velocidad. Pero nos hemos encerrado nosotros mismos dentro de ella. La maquinaria, que proporciona abundancia, nos ha dado necesidad. Nuestra ciencia nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y faltos de sentimientos. Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Más que inteligencia, necesitamos bondad y ternura. Sin estas cualidades la vida será violenta y todo se perderá.
El avión y la radio nos han aproximado más. La verdadera naturaleza de estos adelantos clama por la bondad en el hombre; clama por la fraternidad universal, por la unidad de todos nosotros. Incluso ahora, mi voz está llegando a millones de seres de todo el mundo, a millones de hombres, mujeres y niños desesperados, víctimas de un sistema que tortura a los hombres y encarcela a las personas inocenes. A aquéllos que puedan oírme, les digo: "No desesperéis".
La desgracia que nos ha caído encima no es más que ql peso de la avaricia, la amargura de los hombres, que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará, y los dictadores morirán, y el Poder que arrebataron al pueblo, volverá al pueblo. Y mientras los hombres mueren, la libertad no perecerá jamás...
¡Soldados! ¡No luchéis por la esclavitud! ¡Luchad por la libertad!.
En el capítulo diecisiete de San Lucas está escrito que el reino de Dios se halla dentro del hombre, ¡no de un hombre o de un grupo de hombres, sino de todos los hombres! ¡En vosotros! Vosotros, el pueblo, tenéis el poder, el poder de crear máquinas. ¡El poder de crear felicidad! Vosotros, el pueblo, tenéis el poder de hacer que esta vida sea libre y bella, de hacer de esta vida una maravillosa aventura. Por tanto, en nombre de la democracia, empleemos ese poder, unámonos todos. Luchemos por un mundo nuevo, por un mundo digno que dará a los hombres la posibilidad de trabajar, que dará a la juventud un futuro y a los ancianos una seguridad!
Prometiéndoos todo esto, las bestias han subido al Poder. ¡Pero mienten! No han cumplido esa promesa. ¡No la cumplirán! Los dictadores se dan libertad a sí mismos, pero esclavizan al pueblo. Ahora, unámonos para liberar el mundo, para terminar con las barreras nacionales, para terminar con la codicia, con el odio y con la ontolerancia. Luchemos por un mundo de la razón, un mundo en el que la ciencia y el progreso lleven a la felicidad de todos nosotros".
DISCURSO FINAL DE: EL GRAN DICTADOR.
"Lo siento, pero no quiero ser emperador. No es lo mío. No quiero gobernar o conquistar a nadie. Me gustaría ayudar a todo el mundo, si fuera posible, a judíos, gentiles, negros, blancos. Todos nosotros queremos ayudarnos mutuamente. Los seres humanos son así. Queremos vivir para la felicidad y no para las miserias ajenas. No queremos odiarnos y despreciarnos mutuamente. En este mundo hay sitio para todos. Y la buena tierra es rica y puede proveer a todos.
El camino de la vida puede ser libre y bello; pero hemos perdido el camino. La avaricia ha envenenado las almas de los hombres, ha levantado en el mundo barricadas de odios, nos ha llevado al paso de la oca a la miseria y la matanza. Hemos aumentado la velocidad. Pero nos hemos encerrado nosotros mismos dentro de ella. La maquinaria, que proporciona abundancia, nos ha dado necesidad. Nuestra ciencia nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y faltos de sentimientos. Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Más que inteligencia, necesitamos bondad y ternura. Sin estas cualidades la vida será violenta y todo se perderá.
El avión y la radio nos han aproximado más. La verdadera naturaleza de estos adelantos clama por la bondad en el hombre; clama por la fraternidad universal, por la unidad de todos nosotros. Incluso ahora, mi voz está llegando a millones de seres de todo el mundo, a millones de hombres, mujeres y niños desesperados, víctimas de un sistema que tortura a los hombres y encarcela a las personas inocenes. A aquéllos que puedan oírme, les digo: "No desesperéis".
La desgracia que nos ha caído encima no es más que ql peso de la avaricia, la amargura de los hombres, que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará, y los dictadores morirán, y el Poder que arrebataron al pueblo, volverá al pueblo. Y mientras los hombres mueren, la libertad no perecerá jamás...
¡Soldados! ¡No luchéis por la esclavitud! ¡Luchad por la libertad!.
En el capítulo diecisiete de San Lucas está escrito que el reino de Dios se halla dentro del hombre, ¡no de un hombre o de un grupo de hombres, sino de todos los hombres! ¡En vosotros! Vosotros, el pueblo, tenéis el poder, el poder de crear máquinas. ¡El poder de crear felicidad! Vosotros, el pueblo, tenéis el poder de hacer que esta vida sea libre y bella, de hacer de esta vida una maravillosa aventura. Por tanto, en nombre de la democracia, empleemos ese poder, unámonos todos. Luchemos por un mundo nuevo, por un mundo digno que dará a los hombres la posibilidad de trabajar, que dará a la juventud un futuro y a los ancianos una seguridad!
Prometiéndoos todo esto, las bestias han subido al Poder. ¡Pero mienten! No han cumplido esa promesa. ¡No la cumplirán! Los dictadores se dan libertad a sí mismos, pero esclavizan al pueblo. Ahora, unámonos para liberar el mundo, para terminar con las barreras nacionales, para terminar con la codicia, con el odio y con la ontolerancia. Luchemos por un mundo de la razón, un mundo en el que la ciencia y el progreso lleven a la felicidad de todos nosotros".