Antes que nada, que sea el buen rollo, como dices tú, lo que prevalezca. Mi intención siempre es esa y, como yo no suelo molestarme nunca por los comentarios de nadie, pienso que el que se molesta con los míos tiene un problema tan ajeno a mí como propio suyo. Por lo que, hasta por eso, duermo como un bendito de Dios por las noches. Y el sarcasmo, amigo EG, forma parte del juego y de la dialéctica, así como la vehemencia en las exposiciones. No nos pongamos tan susceptibles, aunque ya empecéis a tener edad, por lo que decís, para ello. A mí aquí me han dicho de todo y ni recuerdo ya ni quien lo dijo ni lo que dijo. Y sigo, con total libertad, diciendo lo que pienso y apareciendo cuando me place.
Y lo que pienso, estimada Añoranza, y lo dejé muy claro en mi intervención sobre el paro de Zagra, es que en otros lugares estaban peor, que incluso en los casos de que en Zagra se estuviera cobrando de manera poco ortodoxa en muchos casos, estaba perjudicando que otros, muchos más necesitados que ellos, no pudieran tener ni la más mínima prestación y que en Zagra a nadie le había echado fuera el banco por no pagar la hipoteca, ni acudían a los comedores sociales o a Cáritas por ropa y comida. Pero Zagra no es Andalucía, ni Andalucía, afortunadamente, se concentra en Zagra. Y esos casos de los que tú hablas te los encuentras en las ciudades andaluzas, 8 capitales, con el mismo desespero, con la misma miseria, pero multiplicado el número por mil con respecto a Cataluña, por seguir con tu ejemplo. Esos parados tampoco tienen aceitunillas, gallinillas ni huertecillos para mitigar un poco su desgracia y son andaluces. Insisto, tengamos una visión más amplia de que Zagra no es Andalucía, aunque en Andalucía pudiera haber muchas Zagras. Seguro que en Cataluña, entre el sector urbano y el rural, hay también sus diferencias en afrontar las penalidades del paro.
La otra cuestión, y pido por lo menos la misma visión general para abordarla, no sólo las infraestructuras son carreteras o autovías, aunque éstas sean infraestructuras. Hablemos de hospitales, de centros educativos, de infraestructuras urbanas, de transportes, de centros culturales, de instalaciones deportivas, de comunicaciones, acceso a Internet, de medios informativos… Nos centramos solamente en que por ahí se pagan unos peajes que ya me hubiera gustado que se pagasen aquí hace cincuenta años porque hubieran existido esas autopistas que hubiesen permitido una más rápida comunicación con Europa y que la materia prima se transformara en Andalucía, y aquí se hubiera asentado parte de la industria evitando la miseria y la emigración. Sólo funcionaban los trenes, creo que tardaban tres días o cuatro en llegar a Barcelona, cargados de emigrantes. Antes que ellos, habían llegado de nuestros campos el algodón, el hierro, la madera…, para que no les faltase el trabajo. A ellos no les empujaban el odio, sino el DOLOR que dicen produce el hambre. Por entonces, unos años antes, uno que no lo conocía aquí ni la madre que lo parió y encima lo llaman padre de la patria andaluza, gritaba, antes de que lo asesinaran aquél 11 de agosto: “No emigréis, combatid”. La vida está hecha, a veces, de finas ironías, amiga Añoranza.
Y en cuanto, a lo último que apuntas, con todos los respetos del mundo, es la política barata que uno y otro partido, y los que tienen al lado hacen y los que pretenden levantar los huesos del odio. Y me remito a lo que ya he opinado en otras intervenciones sobre el asunto. Dolor actual y palpable, los asesinados por ETA o los del 11-M. En una guerra civil todos perdieron, y vale que algunos necesiten recoger los restos de aquella desgracia en su dolor personal e íntimo. Pero que no nos lo quieran traer aquí como signo de justicia histórica. Menuda justicia una guerra en la que todos perdieron. Ya tenemos nuestras propias desgracias que esos políticos ni saben ni quieren resolver. Política barata la que cada día estamos soportando, y encima, en tantas ocasiones, llena de ladrones y sinvergüenzas que salen por todos los puntos cardinales de España, incluidos los oasis, para llevarse el dinero público a sus cuentas particulares. (Perdón, se me ha pasado poner la palabra “presuntos”, qué descuido el mío).
Un cordial saludo para todos.
Kiko.
Y lo que pienso, estimada Añoranza, y lo dejé muy claro en mi intervención sobre el paro de Zagra, es que en otros lugares estaban peor, que incluso en los casos de que en Zagra se estuviera cobrando de manera poco ortodoxa en muchos casos, estaba perjudicando que otros, muchos más necesitados que ellos, no pudieran tener ni la más mínima prestación y que en Zagra a nadie le había echado fuera el banco por no pagar la hipoteca, ni acudían a los comedores sociales o a Cáritas por ropa y comida. Pero Zagra no es Andalucía, ni Andalucía, afortunadamente, se concentra en Zagra. Y esos casos de los que tú hablas te los encuentras en las ciudades andaluzas, 8 capitales, con el mismo desespero, con la misma miseria, pero multiplicado el número por mil con respecto a Cataluña, por seguir con tu ejemplo. Esos parados tampoco tienen aceitunillas, gallinillas ni huertecillos para mitigar un poco su desgracia y son andaluces. Insisto, tengamos una visión más amplia de que Zagra no es Andalucía, aunque en Andalucía pudiera haber muchas Zagras. Seguro que en Cataluña, entre el sector urbano y el rural, hay también sus diferencias en afrontar las penalidades del paro.
La otra cuestión, y pido por lo menos la misma visión general para abordarla, no sólo las infraestructuras son carreteras o autovías, aunque éstas sean infraestructuras. Hablemos de hospitales, de centros educativos, de infraestructuras urbanas, de transportes, de centros culturales, de instalaciones deportivas, de comunicaciones, acceso a Internet, de medios informativos… Nos centramos solamente en que por ahí se pagan unos peajes que ya me hubiera gustado que se pagasen aquí hace cincuenta años porque hubieran existido esas autopistas que hubiesen permitido una más rápida comunicación con Europa y que la materia prima se transformara en Andalucía, y aquí se hubiera asentado parte de la industria evitando la miseria y la emigración. Sólo funcionaban los trenes, creo que tardaban tres días o cuatro en llegar a Barcelona, cargados de emigrantes. Antes que ellos, habían llegado de nuestros campos el algodón, el hierro, la madera…, para que no les faltase el trabajo. A ellos no les empujaban el odio, sino el DOLOR que dicen produce el hambre. Por entonces, unos años antes, uno que no lo conocía aquí ni la madre que lo parió y encima lo llaman padre de la patria andaluza, gritaba, antes de que lo asesinaran aquél 11 de agosto: “No emigréis, combatid”. La vida está hecha, a veces, de finas ironías, amiga Añoranza.
Y en cuanto, a lo último que apuntas, con todos los respetos del mundo, es la política barata que uno y otro partido, y los que tienen al lado hacen y los que pretenden levantar los huesos del odio. Y me remito a lo que ya he opinado en otras intervenciones sobre el asunto. Dolor actual y palpable, los asesinados por ETA o los del 11-M. En una guerra civil todos perdieron, y vale que algunos necesiten recoger los restos de aquella desgracia en su dolor personal e íntimo. Pero que no nos lo quieran traer aquí como signo de justicia histórica. Menuda justicia una guerra en la que todos perdieron. Ya tenemos nuestras propias desgracias que esos políticos ni saben ni quieren resolver. Política barata la que cada día estamos soportando, y encima, en tantas ocasiones, llena de ladrones y sinvergüenzas que salen por todos los puntos cardinales de España, incluidos los oasis, para llevarse el dinero público a sus cuentas particulares. (Perdón, se me ha pasado poner la palabra “presuntos”, qué descuido el mío).
Un cordial saludo para todos.
Kiko.