¿Dónde están las listas para apuntarse a un bando? ¿Quién da los fusiles y las metralletas? ¡Vamos, a las barricadas! ¡Que no decaiga el odio, por favor, que una de las dos Españas ha de helarte el corazón! ¿Quiénes son los buenos? ¿Dónde están los verdugos? ¿La historia de la represión, de la sin razón, del odio al hermano, empezó en la guerra civil y en la posguerra? ¿Dónde ponemos el límite? ¿Tenemos que desenterrar a los muertos legales y despedazarlos? ¿tenemos que desenterrar a los muertos ilegales y ponerlos en los altares? ¿quién saca las banderas y las consignas, no pasarán, el ejército popular, los milicianos? ¿a dónde hay que apuntarse? Que se afilen los puñales. Esto es la guerra…
Qué pena. Más mata el paro y no se hace nada. Más mata el hambre y el estrecho y la puñetera madre que los parió a todos. Y se sigue sin hacer nada.
Y vienen aquí a repetir el triste discurso que se saben de oídas de estos deslenguados que, no sabiendo gobernar ni encontrar soluciones, buscan ahora enemigos por todos lados. Y caemos en su trampa torpe y sin sentido, como si la injusticia tuviera un solo color o un solo nombre. Malditos los que quieren revivir el odio porque no son capaces de crear esperanza. Malditos todos los que no aprenden que sobre la venganza y la revancha no se construye el futuro. Malditos todos los que consiguen gratuitamente remover lo que un día, un pueblo firme y soberano, pasó página y miró al frente con ojos nuevos.
Qué pena que encuentren eco. Que quieran volvernos al pasado. Que sean los justicieros de los muertos, cuando los muertos descansan ya en la paz del silencio. Y son los vivos, los vivos que deberían haber aprendido para que su sangre no sea estéril, los vivos que deberían gritar que nunca más se volverán a repetir episodios así, los vivos de hoy, que deberían pensar en el futuro, porque es allí donde pasaremos el resto de nuestras vidas.
Kiko
Qué pena. Más mata el paro y no se hace nada. Más mata el hambre y el estrecho y la puñetera madre que los parió a todos. Y se sigue sin hacer nada.
Y vienen aquí a repetir el triste discurso que se saben de oídas de estos deslenguados que, no sabiendo gobernar ni encontrar soluciones, buscan ahora enemigos por todos lados. Y caemos en su trampa torpe y sin sentido, como si la injusticia tuviera un solo color o un solo nombre. Malditos los que quieren revivir el odio porque no son capaces de crear esperanza. Malditos todos los que no aprenden que sobre la venganza y la revancha no se construye el futuro. Malditos todos los que consiguen gratuitamente remover lo que un día, un pueblo firme y soberano, pasó página y miró al frente con ojos nuevos.
Qué pena que encuentren eco. Que quieran volvernos al pasado. Que sean los justicieros de los muertos, cuando los muertos descansan ya en la paz del silencio. Y son los vivos, los vivos que deberían haber aprendido para que su sangre no sea estéril, los vivos que deberían gritar que nunca más se volverán a repetir episodios así, los vivos de hoy, que deberían pensar en el futuro, porque es allí donde pasaremos el resto de nuestras vidas.
Kiko