*Desde la alegoría de "la Caverna" de Platón a "Matrix", pasando por las fábulas de La Fontaine, el lenguaje simbólico es un medio privilegiado para inducir a la reflexión y transmitir ideas. El escritor y fílósofo Oliver Clerc, en este breve cuento suyo, que contaré a continuación, a través de la metáfora, pone en evidencia las funestas consecuencias de la no conciencia del lento cambiar, que estropea nuestra salud, nuestras relaciones, la evolución social y el ambiente.
"La ranita que no sabía que estaba cocinándose".
Imagínense una cacerola llena de agua fría en la cual nada tranquilamente una pequeña rana. Un pequeño fuego se enciende bajo la cacerola, y el agua se calienta lentamente. El agua despacio, despacio se va poniendo tibia, y la ranita encuentra esto más bien agradable y continúa nadando. La temperatura del agua sigue subiendo... Ahora el agua está caliente, más de lo que la ranita puede gozar, se siente un poco cansada pero, no obstante, no se asusta. Ahora el agua está verdaderamente caliente y la ranita empieza a encontrar esto desagradable, pero está muy debilitada, entonces lo soporta y no hace nada. La temperatura continúa subiendo, hasta cuando la ranita termina simplemente... cocinándose y muriendo.
Si la ranita hubiera estado metida directamente en el agua a 50ºC, con un golpe de sus patas inmeditamente habría saltado fuera de la cacerola.
Esto demuestra que, cuando un cambio viene de un modo lento escapa a la conciencia, y no provoca en la mayor parte de los casos ninguna reacción, ninguna oposición, ninguna revuelta... Si miramos lo que sucede en nuestra sociedad desde hace algunas décadas, podemos ver que estamos sufriendo una lenta deriva a la cual nos estamos habituando. Una cantidad de cosas que nos habrían hecho horrorizar hace 20, 30 ó 40 años atrás han sido poco a poco banalizadas, y hoy, apenas, preocupan o dejan directa y completamente indiferente a la mayor parte de las personas. En nombre del progreso, de la ciencia y del aprovechamiento, se efectúan contínuos ataques a las libertades individuales, a la dignidad, a la integridad de la naturaleza, a la belleza y a la felicidad de vivir; lentamente, pero inexorablemente, con la complicidad de las víctimas, inconscientes o quizás incapaces de defenderse. Las negras previsiones para nuestro futuro en vez de suscitar reacciones y medidas preventivas, no hacen más que preparar psicológicamente a la gente para aceptar las condiciones de vida decadentes y dramáticas. El martilleo contínuo de informaciones por parte de los medios de comunicación satura los cerebros, que no están ya en condiciones de distinguir las cosas.
Debemos elegir entre: conciencia o cocción (como la ranita). Si no estamos todavía medio cocinados, démos un salto con nuestras patas y salgamos antes de que sea demasiado tarde*.
Un saludo amigos. E. G.
"La ranita que no sabía que estaba cocinándose".
Imagínense una cacerola llena de agua fría en la cual nada tranquilamente una pequeña rana. Un pequeño fuego se enciende bajo la cacerola, y el agua se calienta lentamente. El agua despacio, despacio se va poniendo tibia, y la ranita encuentra esto más bien agradable y continúa nadando. La temperatura del agua sigue subiendo... Ahora el agua está caliente, más de lo que la ranita puede gozar, se siente un poco cansada pero, no obstante, no se asusta. Ahora el agua está verdaderamente caliente y la ranita empieza a encontrar esto desagradable, pero está muy debilitada, entonces lo soporta y no hace nada. La temperatura continúa subiendo, hasta cuando la ranita termina simplemente... cocinándose y muriendo.
Si la ranita hubiera estado metida directamente en el agua a 50ºC, con un golpe de sus patas inmeditamente habría saltado fuera de la cacerola.
Esto demuestra que, cuando un cambio viene de un modo lento escapa a la conciencia, y no provoca en la mayor parte de los casos ninguna reacción, ninguna oposición, ninguna revuelta... Si miramos lo que sucede en nuestra sociedad desde hace algunas décadas, podemos ver que estamos sufriendo una lenta deriva a la cual nos estamos habituando. Una cantidad de cosas que nos habrían hecho horrorizar hace 20, 30 ó 40 años atrás han sido poco a poco banalizadas, y hoy, apenas, preocupan o dejan directa y completamente indiferente a la mayor parte de las personas. En nombre del progreso, de la ciencia y del aprovechamiento, se efectúan contínuos ataques a las libertades individuales, a la dignidad, a la integridad de la naturaleza, a la belleza y a la felicidad de vivir; lentamente, pero inexorablemente, con la complicidad de las víctimas, inconscientes o quizás incapaces de defenderse. Las negras previsiones para nuestro futuro en vez de suscitar reacciones y medidas preventivas, no hacen más que preparar psicológicamente a la gente para aceptar las condiciones de vida decadentes y dramáticas. El martilleo contínuo de informaciones por parte de los medios de comunicación satura los cerebros, que no están ya en condiciones de distinguir las cosas.
Debemos elegir entre: conciencia o cocción (como la ranita). Si no estamos todavía medio cocinados, démos un salto con nuestras patas y salgamos antes de que sea demasiado tarde*.
Un saludo amigos. E. G.