Dónde va este pueblo que se levanta sobre su memoria de piedra; que, esquivo, recorrió su camino de sudor y azada; que entramó sus ataduras de manos y esparto; que, atemorizado, padeció la mordedura de la guerra y su sangre; que prestó sus hijos a la lejanía y al eterno recuerdo (Zagreños desperdigados por la piel de la geografía de España, ¡Ay si os hubierais quedado! ¡Ay si ya no os fuerais más!); que sobrevivió a la incuestionable diáspora del pan y el trabajo; que se alzó bajo su tosca piedra de historia aniquilada y soñó con la libertad de sus gentes y sus calles; que vibró, como nunca más lo ha hecho, con la segregación ansiada y al tiempo traicionada y usurpada de nuevo; que cayó, como tantos otros pueblos, domesticado bajo el látigo de las subvenciones y el pago asistido, y la boca callada y el voto cautivo…
¿Dónde va ahora Zagra? Sí, a dónde va. Cuando Zagra parece dormir siempre, como su encantá, el eterno sueño de la esperanza.
Kiko
¿Dónde va ahora Zagra? Sí, a dónde va. Cuando Zagra parece dormir siempre, como su encantá, el eterno sueño de la esperanza.
Kiko