¡Oh Madre poderosa!
ven a nosotros para siempre.
Que todos los hombres seamos iguales,
que todos podamos comer todos los días,
que no nos falte el trabajo.
Que los niños puedan ir al colegio,
que los enfermos encuentren
esperanza en los hospitales,
que seamos solidarios.
Que haya amplios parques,
jardines y avenidas;
que los ríos fluyan limpios,
que vivamos en una eterna primavera.
Que no haya más, una lágrima de niño;
que no haya más, desesperanza, desilusión.
Que nadie se sienta desgraciado, infeliz;
que nadie desee la soledad, la muerte.
Por todo ello,
¡oh Madre!,
que así sea,
por los siglos de los siglos,
¡oh Madre Patria!
¡oh Madre Revolución!.
E. G. (Marzo de 1987)
ven a nosotros para siempre.
Que todos los hombres seamos iguales,
que todos podamos comer todos los días,
que no nos falte el trabajo.
Que los niños puedan ir al colegio,
que los enfermos encuentren
esperanza en los hospitales,
que seamos solidarios.
Que haya amplios parques,
jardines y avenidas;
que los ríos fluyan limpios,
que vivamos en una eterna primavera.
Que no haya más, una lágrima de niño;
que no haya más, desesperanza, desilusión.
Que nadie se sienta desgraciado, infeliz;
que nadie desee la soledad, la muerte.
Por todo ello,
¡oh Madre!,
que así sea,
por los siglos de los siglos,
¡oh Madre Patria!
¡oh Madre Revolución!.
E. G. (Marzo de 1987)