ZAGRA: Me fui unos días al campo contenta, leyendo la carta...

Tengo que confesar que poco ha durado el chollo ese del examen de conciencia. Fulgencio el Malabares y su Propósito de Enmienda están arrasando de lo lindo. Si antes no me caía muy bien, lo que es ahora es algo parecido al odio. “Hombre -me dicen- no vayas a comparar el examen de conciencia con el propósito de enmienda. No es por desmerecerte – me insisten-, pero donde se ponga un propósito que se quiten todos los exámenes y hasta las oposiciones”. Hay gente muy exagerada en sus expresiones. Lo comprendo. Pero también hay quienes les gusta hurgar en la herida.

Tengo que confesaros que yo estaba contento con mis exámenes de conciencia. Me otorgaban cierta seriedad y credibilidad. Es cierto que tal vez exageraba un poco en las formas. Pero la sobreactuación es algo necesaria en este mundo de apariencias sin fin. Creía que lo tenía todo controlado y que sólo era cuestión ya de dejarme llevar. Pues no. No ha sido así. Le he abierto el camino de la trascendencia y la espiritualidad plena al Fulgencio el Malabares, a quién miran todos como el nuevo héroe de la Oficina.

He pensado en un contraataque serio y contundente. Ahora agradezco haber hecho la mili y no perderme aquella clase de estrategias militares y supervivencia que me dieron. No sabe lo que espera. Me he apuntado a un curso intensivo de malabarismos varios en la escuela de verano del Circo. Y en cuanto le tenga el manejo pillado a las pelotas, los bolos y los aros estoy en la puerta del metro haciéndole la competencia. Para que aprenda a meterse en terreno ajeno. ¡Qué dulce es la venganza!

Kiko

Me fui unos días al campo contenta, leyendo la carta del amigo Avinareta, tan acertada. Avinareta, tienes que leerte la novela de Carlos Fuentes, La Silla del Aguila. Toda ella va de cartas que se tienen que se tienen que escribir los unos a los otros, porque las comunicaciones se han averiado, y no hay otra via de comunicación. La historia se situa en Mexico Es de política, pero con ese toque se humor e ironia que solo sabe darle dicho escritor.
En cuanto a tí estimado padrino, lamentar que ese Fulgencio tocapelotas, (al que yo desde este momento tambien odio) te derribe el chirnguito, con lo contento que estabas.
Yo empleo una táctica que hasta el momento me da un buen resultado.
Se trata de lo suiguiente. Cunado me encuentro con amigas plastas, que me explican sus batallitas. Yo con cara de mucha atención, hago ver que estoy atenta en lo que me cuentan. De cuando en cuando, asiento con la cabeza y comento ¡Que fuerte!. Peo la realidad es que mi cabeza está completamente desconectada. Es más si despues me preguntan ¿que te contaba fulanita? No lo sabría explicar.
Se nacesita un poco de ejercicio mental, pero una vez que lo has conseguido, es un método infalible, para no aguantar conversaciones sin trascesdencia, y al mismo tiempo no quedar mal con la gente de mi entorno.
Ý nada más, decirte que dejes los juegos malabares para despues de la feria y que bajes unos dias.
Yo, estaré esperando en la peana, a que os acerqueis a saludarme y tomar unas copichuelas con vosotros. El amigo Avinareta ya me ha prometido que se acercará.
En cuanto a tí EG te espero para esos días, creo que entre nosotros no ha cambiado nada.
Ah! el libro que me recomendaste, me está gustando. Y es que cuando se leen a estos escritores, si eres aficionada a la lectura, no queda otra que meterte dentro la historia que narran, y formar parte de ella.