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ZAGRA: Han de perdonarme esta ausencia. Hasta hoy no me he...

Han de perdonarme esta ausencia. Hasta hoy no me he repuesto. Y aún así estoy haciendo un gran esfuerzo que espero sepan considerar. Pero en cuanto les cuente lo sucedido, comprenderán que es normal mi desconcierto.

Retomo la conversación telefónica con mi jefe para que no pierdan el hilo de la historia:

-Mira, Fede, que necesito adelantar las vacaciones cuanto antes...
-Imposible – me interrumpió
- Venga hombre, no me digas eso...
- Pero, ¿no sabes lo que ha pasado? -me preguntó sorprendido.
- ¿A qué te refieres?
- ¿No sabes lo que ha le ha sucedido al Malabares? - me gritó muy excitado.
-Espero que no sea nada grave. No sé –le contesté yo un poco indiferente.
-Pero si ha salido hasta en la tele…
- ¿A que se mete en Gran Hermano? –le interrumpí.
- No digas chorradas – me contestó con ese ladrido tan suyo. Le ha tocado 20 millones de euros en el sorteo extraordinario de la ONCE –prosiguió tras un breve espacio.

Guardé un largo silencio que obligó a que mi jefe se interesara por mí:

- ¿Sigues ahí?
- Sí, sigo aquí.
- ¿Qué, cómo te has quedado?

¿Cómo quería que me quedara? Sorprendido de verdad y lamentando que al final estuviera enfadado conmigo. “Éste no va a ser capaz ni de invitarme siquiera” –pensé.

Y volví a equivocarme una vez más. Las personas no dejan nunca de sorprender. Para bien y para mal. Y en este caso mi sorpresa fue para bien. Cuando fui a felicitarle por la suerte que había tenido con lo del premio de la ONCE, me dijo muy serio:

-Kiko, quiero hacerte un regalo ahora que yo ya no lo necesito.

Por un momento pensé que era el audi nuevo que se había comprado no hacía ni un mes.

-Tampoco tienes que molestarte, amigo Fulgen, aunque ahora te sobre todo lo que tienes.
-Por eso mismo, amigo Kiko, por eso mismo. Te cedo mi espacio en el metro los fines de semana.

Os aseguró que deseé que le saliera, por lo menos, una hemorroides asesina. ¡Será el tío engurruñío! Le tocan 20 millones de euros en la lotería y se le ocurre cederme el sitio donde él hacía sus malabares en el metro.

Una vez más, amigos del foro, me he precipitado en mis conclusiones. Porque resulta que cuando acudí este fin de semana a hacerme cargo de mi concesión, me encontré allí a un músico de flauta dulce que me ofreció una considerable cantidad de dinero por la cesión/compra del sitio. Accedí sin demasiado regateo y con el dinero conseguido me he pagado unas vacaciones en Punta Cana, desde donde os escribo, llenito de pulseras hasta los tobillos con todo todísimo incluido.

¡Viva el metro, la ONCE y los malabares!

-Otra caipiriña, por favor –le he gritado al camarero mientras le muestro la pulsera amarilla de las caipiriñas y los mojitos y sigo con los pies hundidos en el agua de la piscina. ¡Qué estrés!

Kiko