ZAGRA: Es inevitable empezar el año aludiendo a los deseos,...

Es inevitable empezar el año aludiendo a los deseos, a los buenos deseos. Deseos propios y ajenos, deseos llenos y rellenos, deseos postizos y protésicos, deseos de colores y en blanco y negro. Miles de deseos circularon anoche, incluso hoy, por el aire o la fibra óptica, o las hondas hertzianas o por señales de humo. Los deseos, los buenos deseos, incluso los malos deseos, son, como decía Aristóteles, la única fuerza motriz.

Parafraseando a Marcel Proust, pienso como él, que “a cierta edad, un poco por amor propio, otro poco por picardía, las cosas que más deseamos son las que fingimos no desear”. Creo estar en esa edad del disimulo y de la casi convicción de que si tanto se publicita el deseo, éste no se cumple. Porque también estoy inclinado a pensar, como decía Noel Clarasó, que “el hombre se dedica a desear en voz alta aquello que jamás se esfuerza en alcanzar”. No quiero ser de esos. Por lo tanto, y para resumir, parto de la idea que el escritor y poeta italiano Arturo Graf resumió en esta cita: “Para sentirse, no diremos seguros, pero animados y tranquilos a lo largo de la vida, hay que desear poco y esperar todavía menos”.

He empezado por lo segundo, es decir, por no esperar casi nada y me he ahorrado una barbaridad de deseos para este nuevo año que comienza. Como todo es cuestión de economía y recortes, los deseos no debían de ser menos. Pero también por un tema de salud mental, ya que “el destino puede seguir dos caminos para causar nuestra ruina: rehusarnos el cumplimiento de nuestros deseos y cumplirlos plenamente” (Henry F. Amiel).

Y tanta reflexión y lectura me ha llevado a reducir todos mis deseos a uno solo. Un solo deseo no ya para este año que empieza recortado, aún siendo bisiesto, sino para toda la vida. Lo he pensado mucho y mi deseo, ya pillado por René Descartes hace unos cuantos siglos atrás, no es otro que conocer el mundo y las comedias que en él se representan.

Como buen espectador espero que empiece la función. Estoy seguro que no me voy a aburrir.

Feliz Año Nuevo a todos y, ¡cuidado!, con que los deseos se os cumplan.

kiko