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ZAGRA: En cierta ocasión, en un encuentro con un viejo amigo...

En cierta ocasión, en un encuentro con un viejo amigo mío, tras los saludos pertinentes y preguntarle por cómo le iba la vida, éste me contestó lacónicamente: Amigo mío, estoy ya en tiempos de resumir.

Nuestra conversación se desvió luego por otros derroteros y terminó por recordar aquella época en la que él, mucho mayor que el resto del grupo, aseguraba haberse rejuvenecido con nuestras travesuras e ilusiones de entonces.

Algunos años después me vino a la memoria aquella contestación suya en la que no profundicé cuando la escuché por primera vez: “estoy ya en tiempos de resumir”, pero que empezó a recobrar sentido a medida que iban pasando los años.

¿Cuándo se está verdaderamente en disposición de resumir? Cuando él me lo dijo, lo interpreté como que había llegado a la etapa de su vida en que necesitaba hacer una valoración de todo lo conseguido o de lo que aún le quedaba por alcanzar. Resumir una vida, con todos sus días y todos sus años, en un ejercicio de introspección, de íntima reflexión, para llegar a unas cuantas conclusiones, me parecía del todo improductivo e insuficiente.

Ahora creo que se hace necesario, que siempre es preciso, buscar un tiempo para resumir, y que no tiene por qué ser al final de nuestra vida o al término de una etapa. Cada día se puede presentar ese momento para pensar, para valorar sobre lo hecho y no hecho, para resumir incluso un mal día del que, sin duda, sacaremos un aprendizaje.

Corren tiempos para resumir, tiempos convulsionados, hechos trágicos y futuro incierto, tiempos para los que ya no basta sólo una dócil y hasta tópica reflexión, sino que requieren decisiones firmes y valientes, tiempos que marcaran el principio de una nueva era. Resumamos, y quedémonos con lo verdaderamente esencial, con lo único que nos pueda servir para afrontar el nacimiento de una nueva vida y de otra forma de pensar, porque esa será la manera de asegurar nuestra supervivencia.

Un cordial saludo para todos.

Kiko.