ZAGRA: Ahora que las cosas se están poniendo malas y peor...

Ahora que las cosas se están poniendo malas y peor aún que se van a poner, como diría alguien; el gobierno de la nación a empezado por aconsejar a las distintas administraciones que: primero,, sus funcionarios no se suban el sueldo y, segundo, que no gasten más que lo imprescindible, es decir lo justito para ir tirando. Esto, en principio, podía ser lógico si se obrara con equidad, pero ésta deja mucho que desear. Cuando las cosas han ido bien, o muy bien, ha habido dinero para todos y para todo, claro está, siempre para unas cosas más que para otras y para unos más que para otros. Se han podido hacer obras faraónicas sin importar gastos y hasta llegar al despilfarro, en algunos casos. Se han establecido sueldos y prebendas a destajo para todo aquél adicto al buen rollito, como diría Pérez Reverte. Pero ahora, que las cosas han cambiado, que la economía ha entrado en recesión, siguiendo la ley física del péndulo; nuestros gestores dan freno y marcha atrás. Se acabaron los grandes proyectos y los sueldazos. Claro está, siempre queda alguna nueva autovía, algún nuevo trayecto de AVE, algún pantano para inaugurar (¡Huy! perdón, eso era en tiempos de El Generalísimo), y unos sueldos que aunque no dan para vacacionar en Islas Mauricio, Bahamas o la Conchinchina, si dan para viajar a las Olimpiadas de Pekín, a la Patagonia argentina, a Centroeuropa o más modestamente a Mallorca.
Si antes, con toda la riqueza y el poderío con que hacía gala el gobierno, apenas llegaba dinero para los pequeños pueblos de esta España, ¿qué será ahora de nuestros pueblos?, ¿cómo sobrevivirán sus pequeñas administraciones locales?, ¿acaso el nuevo ministerio dedicado al mundo rural se ha puesto las pilas y está dispuesto a que, en tiempos difíciles, los más débiles sufran poco o nada?.
No hay más que ver la cantidad de gente y aún de familias, que lo están pasando mal, que su sueño no es dónde ganar más dinero trabajando o dónde ir de vacaciones próximamente, sino en qué trabajar y cómo llegar a fin de mes sin que sus hijos pasen hambre o cubran sus necesidades más elementales.
Aunque esto que se dice no sea diplomáticamente correcto, como diría Chiquito de la Calzada, es una realidad política que los de siempre, pueblos y gentes, paradójicamente, siempre olvidados hasta las próximas elecciones en que por arte de magia, se convierten en el objeto de salvación y prioridad por parte de los protectores de la nación y sus aspirantes a los mismos.
Amigos, que no nos falte la salud y que Dios nos pille confesados. E. G.