LA BALSA DE TREVALES: Siendo niño, cuando, comienza el despertar hormonal, cada día en
verano, dos o tres amiguetes, con recelo al guarda, nos dirigiamos en plena
siesta en busca de la basa. Allí siempre había chicos, unos en calzoncillos y otros sin nada, todos delgados con signos temblorosos y fuera del
agua , con dificultad señalaban la posible llegada del guarda. En un
rincón de la balsa dejabamos la ropa, y a traicón, nos metiamos en el agua, sin perder de vista la muda. Fuera del agua, había
... (ver texto completo)