LA BARCINA: Ser joven, ir a dormir tarde y levantarte muy temprano, mala mezcla. Serían las cuatro de la madrugada, en la cumbre del sueño, mi madre harta de dormir nos llama “es tarde para el primer viaje de barcina” con mala gana nos levantamos, despiertos, sientes la alegría de un nuevo día. Aparejamos las mulas y la yegua, con sus jamugas y sogas correspondientes , un jersey, por el relente de la mañana, en dirección a la Crucijá, el camino es largo, pero bonito, se aprecian las luces del alba, la quietud, las sombras que la luna proyecta, el camino largo y empinado, van dejando huellas desfiguradas por una nube de polvo tras sus patas herradas. A veces encontrabas otro más madrugador, que ya volvía, una vez en el Haza cargabas, enristradas las bestias y con cierta calma, volvías. Por el camino encontrabas alguna mujer, recogiendo las espigas caídas. Ya en la era, las gavillas era colocadas en la hacina, desayunabas y volvías a repetir el viaje de barcina. A.R.