MI PRIMERA VISITA A GRANADA: Tendría doce años, era a finales de mayo, después de un largo y esperado año, por fin, llega el viaje más largo. Era a granada la bella, por la que yo, suspiraba. Los días de mayo eran interminables, los contaba y recontaba , techaba los días extremos, mi ilusión era tan grande, que el día, no llegaba. La maleta está preparada. Los compañeros de la academia y de curso, todos con la misma ilusión, llevábamos de común el equipaje de: mudas, libros de exámenes y merienda y por la vereda los Mojuelos derechitos a la estación. Sacabamos los billetes, y mirábamos todos los rincones, colocábamos el oído en los raíles del tren, pidras y alguna moneda de perrilla, nuestra sensación de libertad, era tan grande, que aquella tarde ceo, que toqué con mi mano la felicidad. Todo llega, el tren negro, con franjas rojas y ruedas enormes, escupiendo vapor, nos da la bienvenida, todos con los equipajes, subimos, los vagones eran de madera, los bancos a tiras, era de tercera, para nosotros fue de primera, atravesamos parte del llano, con un túnel por medio, se sucedían las estaciones de pueblos que nunca había oído, llegamos a Guadix, estación importante, la máquina cambia de sentido, los ferroviarios con martillos en manos golpeaban los hierros para comprobar, que el hierros estaban sanos. El tren maniobra, después de una larga hora, estando quieto, y con, miedo de que marche. Los vagones los recorriamos, los viajeros los sentiamos casi familiares, el paisaje, se ve moverse, las ventanillas se bajan, motas de carbonilla, parece, que el viento dispara, nuestros ojos no pueden más, el cansancio nos embarga, entra la noche, el deìa fue muy largo, Granada está a la vista, con su estación en los jardillos, tal vez un poco lejana, hay mucho movimiento, hombres con uniformes de mozos, ofreciendo cobijo, con el hambre, que caracterizaba aquella época, alguna tripa de chorizo se perdería en aquel lugar. Todos como es normal, a la pensión de San Isidro, ibamos a parar. Y al día siguiente, en el instituto Padre Suárez, nos volveríamos a encontrar. A.R.