EN EL ALTIPLANO ZUJAREñO: En la campiña de Zabroja, el gavilán mira, allá donde el zorro con insistencia busca. La perdiz canta sus miles amores, labradores fieles a vuestra tierra, lleváis el sacrificio resignado. ¿Qué te pasa, zujareño, incansable, recogiendo la luciente y fría aceituna, desde el amanecer con escarchas, hasta el anochecer cansino? Algunos hombres del pueblo. Sobre mulas, ahora mecanizadas, con sus gorras encasquetadas. En una mano el Vástago amargo para abalear, en otra el cigarro húmedo y sin humo. Alzas tu esperanza al invernadero. Desde la Cuesta de Guadix impresiona la gran vega, con sus bancales como perterres, cercados de olivos y almendros, unidos por carriles, antes veredas confundidas. En los cantones, allá en la Abatel, surgen en terraplenes chimeneas. Al filo de aleros, se abren ventanas casi ciegas y puertas de cuevas. Allá entre las laderas del barrio, se oyen gritos casi velados, la madre llama al niño, ¡la mesa ya está puesta!. El abuelo con sus manos nerviosas, secas y fuertes, no para de tejer cuerdas al caralsol de su cueva, en un invierno largo, frío y, antaño con poca cosecha. A.