Cuando yo vivía en Almonaster (años finales de los cincuenta) se decía que el
agua de la
fuente del Concejo era muy fina, pero que tenía mucha cal y eso era perjudicial para los que padecían del estómago y para las dentaduras, especialamente las de los niños. No lo sé, pero recuerdo aquellos lugares con toda la nostalgia del mundo, lo mismo que con cualquier cosa de ese bellísimo
pueblo al que tanto quiero y del que guardo mis más entrañables recuerdos. Saludos a todos. FRA.