A MI PUERTA:
Hojas verdes de un árbol presumido
que hace un guiño a través de mi ventana
y se enreda en mi pelo, cana a cana,
mientras al cielo eleva su gemido.
Por la mañana se convierte en nido
y aposento de algunos pajarillos,
jilgueros, ruiseñores y cuclillos,
que penetran en mi con su sonido.
Se muestran ante mi desafiante
y sacude sus ramas con bramidos,
su vigor estremece mis oidos
y aletea sus aspas de gigante.
No da frutos que cuelguen pendulantes,
ni siquiera el frondoso y repujado,
su sombra se descuelga en mi tejado
y desde él escudriña a los amantes.
Hace un lustro le vi surgir rampante
frágil tallo sembrado en tierra ajena,
hoy cuan bufón se ríe de mi pena
y da un rictus amargo a mi semblante.
El Poeta.
Hojas verdes de un árbol presumido
que hace un guiño a través de mi ventana
y se enreda en mi pelo, cana a cana,
mientras al cielo eleva su gemido.
Por la mañana se convierte en nido
y aposento de algunos pajarillos,
jilgueros, ruiseñores y cuclillos,
que penetran en mi con su sonido.
Se muestran ante mi desafiante
y sacude sus ramas con bramidos,
su vigor estremece mis oidos
y aletea sus aspas de gigante.
No da frutos que cuelguen pendulantes,
ni siquiera el frondoso y repujado,
su sombra se descuelga en mi tejado
y desde él escudriña a los amantes.
Hace un lustro le vi surgir rampante
frágil tallo sembrado en tierra ajena,
hoy cuan bufón se ríe de mi pena
y da un rictus amargo a mi semblante.
El Poeta.