Calle Real que tienes las esquinas de acero,
también tienes la suerte de que ahí buenos
hijos nacieron, Conchi y Diego,
que ellos vecinos fueron, de esa calle de coplas
y de fandangos alosneros.
Ellos templaron el metal de esas esquinas de acero,
una que emigro y Diego dijo; ¡de aquí no me muevo!
yo que aquí nací, aquí yo me muero,
viendo tus amarillos rastrojos,
que acogieron mis juegos,
aquellas rústicas paredes,
al encinar que pase luego,
aquellos días de lluvias y esas calores
que lo veranos nos trajeron.
También desde la distancia,
a ti te queremos, los que marchamos
en la juventud,
y de tarde en tarde volvemos,
bien sea San Juan, o Nochebuena,
o en Enero, la fecha no importa,
lo que importa es el recuerdo,
el poder pisar tus calles,
escuchar acento alosnero,
ese tan particular que en el pueblo
tenemos.
¡Ay! que nací en esa casa,
en esa calle de mi pueblo.
la casa no pasa el tiempo
pues siempre así la recuerdo,
ella a mi no me ve,
pero casi así lo prefiero,
pues me diría, ¡mira mi fachada blanca!
así tienes tu el pelo,
yo que te vi nacer,
y cuidé en tus primeros juegos,
recuerdo el día de tu marcha,
¡cuantas lagrimas cayeron!
primero ¡la viajera!
después ese tren de humo negro,
que lejos en la distancia, me recordaste
a mi luego, de esa puerta cerrada
de esas piedras y las esquinas,
templadas a fuego, en las fraguas de la mina,
de este pueblo minero,
que descansa en el Andévalo,
ese Andévalo choquero,
ese pueblo llamado Alosno,
al que tanto nosotros queremos,
los que aquí estamos y los que emigrar tuvieron.
El Poeta.
también tienes la suerte de que ahí buenos
hijos nacieron, Conchi y Diego,
que ellos vecinos fueron, de esa calle de coplas
y de fandangos alosneros.
Ellos templaron el metal de esas esquinas de acero,
una que emigro y Diego dijo; ¡de aquí no me muevo!
yo que aquí nací, aquí yo me muero,
viendo tus amarillos rastrojos,
que acogieron mis juegos,
aquellas rústicas paredes,
al encinar que pase luego,
aquellos días de lluvias y esas calores
que lo veranos nos trajeron.
También desde la distancia,
a ti te queremos, los que marchamos
en la juventud,
y de tarde en tarde volvemos,
bien sea San Juan, o Nochebuena,
o en Enero, la fecha no importa,
lo que importa es el recuerdo,
el poder pisar tus calles,
escuchar acento alosnero,
ese tan particular que en el pueblo
tenemos.
¡Ay! que nací en esa casa,
en esa calle de mi pueblo.
la casa no pasa el tiempo
pues siempre así la recuerdo,
ella a mi no me ve,
pero casi así lo prefiero,
pues me diría, ¡mira mi fachada blanca!
así tienes tu el pelo,
yo que te vi nacer,
y cuidé en tus primeros juegos,
recuerdo el día de tu marcha,
¡cuantas lagrimas cayeron!
primero ¡la viajera!
después ese tren de humo negro,
que lejos en la distancia, me recordaste
a mi luego, de esa puerta cerrada
de esas piedras y las esquinas,
templadas a fuego, en las fraguas de la mina,
de este pueblo minero,
que descansa en el Andévalo,
ese Andévalo choquero,
ese pueblo llamado Alosno,
al que tanto nosotros queremos,
los que aquí estamos y los que emigrar tuvieron.
El Poeta.