La mujer ocupa un lugar predominante en la fiesta
El decorado y la luminosidad que envuelve a la Cruz delatan muchas horas de esfuerzo.
Jordi Landero / Alosno | Actualizado 10.05.2011 - 06:57
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Reunión de jóvenes en la confluencia de las calles Nueva y Regajillo.
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Manuela Cerrejón -abajo, en el centro-, en Humilladero. Arriba, tres niñas.
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El embrujo de las colás alosneras
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Las colás parecen recrear antiguos salones de baile que desde el Lunes de Pascua las mujeres alosneras se encargan de montar y ornamentar en una especie de competición por superarse estéticamente unas a otras. Así, Juana Domínguez, de la cruz de la calle Humilladero, subraya la "ilusión y el nerviosismo" que invade a la mujer alosnera "después de tantas horas y días decorando la colá, para lo cual sólo usamos imperdibles y alfileres, en espera de esta noche para recibir a los hombres".
Lo primero que llama la atención es el techo, todo cubierto por un paño de croché peculiar de Alosno que denominan cortadillo, del cual sobresalen las bombillas que, sencillamente, cuelgan.
Las paredes están también cubiertas de cortinas blancas de encaje, frecuentemente sobre fondo rosa. Se adornan con doseles que caen del techo o resaltando la cruz, cornucopias y otros tipos de espejos, grabados con vistosos marcos y cuadros con motivos florales, mujeres o ángeles, guirnaldas y ramilletes de flores artificiales; y lazos.
La de la calle Humilladero se trata precisamente de una cruz ramificada en forma de rombo donde no se aprecia su silueta por estar totalmente revestida de flores doradas y hojas plateadas. Desde el centro del rombo hacia abajo cae un sudario triangular de tela, rematado en sus extremos por dos lazos, del que penden algunas joyas y cadenas.
En ella, Manuela Cerrejón cuenta con orgullo como hace ahora 11 años conoció bailando seguidillas a su actual marido, con el que contrajo matrimonio hace un año. Y lo hizo "siguiendo la tradición alosnera", en la colá, donde las mujeres, ataviadas con sus mejores trajes de flamenca, de gala o de mantilla, se disponen sentadas en bancos de madera y sillas o escaños, dispuestos en forma de U. La cruz queda al fondo dejando la apertura hacia el exterior.
Las mujeres, según su edad y estado civil se distribuyen en lugares predeterminados: casadas y mujeres mayores bajo la cruz, niñas y adolescentes a la izquierda, y mozas casaderas a la derecha. La U se cierra con bancos y sillas para los visitantes, dejando un pequeño pasillo para acceder a la zona central o llano, donde discurre el baile.
Son ya cerca de las dos de la madrugada y cruces como la de la calle La Fuente, de madera tallada dorada, con pocos relieves salvo algunos adornos de ramas y flores en la parte superior y presidida por un Sagrado Corazón rojo, son un hervidero de cante y baile, a cuyas puertas esperan su turno varias reuniones de hombres bebiendo y entonando fandangos alosneros. Una de sus responsables, Luisa Olivera comenta emocionada que es ésta una tradición "muy vieja, cuyo origen desconocemos, pero que vivimos con mucha emoción porque nos la transmiten nuestros antepasados".
En la cruz de la Calle Santos, la más antigua del pueblo según cuentan, Ana Orta destaca que las noches de cruz son "fantásticas porque hay un embrujo especial en Alosno, mucho ambiente, mucha gente, y les damos permiso a los hombres, que se divierten por una parte y nosotras por otra, encontrándonos sólo en la c
El decorado y la luminosidad que envuelve a la Cruz delatan muchas horas de esfuerzo.
Jordi Landero / Alosno | Actualizado 10.05.2011 - 06:57
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Reunión de jóvenes en la confluencia de las calles Nueva y Regajillo.
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Manuela Cerrejón -abajo, en el centro-, en Humilladero. Arriba, tres niñas.
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Las colás parecen recrear antiguos salones de baile que desde el Lunes de Pascua las mujeres alosneras se encargan de montar y ornamentar en una especie de competición por superarse estéticamente unas a otras. Así, Juana Domínguez, de la cruz de la calle Humilladero, subraya la "ilusión y el nerviosismo" que invade a la mujer alosnera "después de tantas horas y días decorando la colá, para lo cual sólo usamos imperdibles y alfileres, en espera de esta noche para recibir a los hombres".
Lo primero que llama la atención es el techo, todo cubierto por un paño de croché peculiar de Alosno que denominan cortadillo, del cual sobresalen las bombillas que, sencillamente, cuelgan.
Las paredes están también cubiertas de cortinas blancas de encaje, frecuentemente sobre fondo rosa. Se adornan con doseles que caen del techo o resaltando la cruz, cornucopias y otros tipos de espejos, grabados con vistosos marcos y cuadros con motivos florales, mujeres o ángeles, guirnaldas y ramilletes de flores artificiales; y lazos.
La de la calle Humilladero se trata precisamente de una cruz ramificada en forma de rombo donde no se aprecia su silueta por estar totalmente revestida de flores doradas y hojas plateadas. Desde el centro del rombo hacia abajo cae un sudario triangular de tela, rematado en sus extremos por dos lazos, del que penden algunas joyas y cadenas.
En ella, Manuela Cerrejón cuenta con orgullo como hace ahora 11 años conoció bailando seguidillas a su actual marido, con el que contrajo matrimonio hace un año. Y lo hizo "siguiendo la tradición alosnera", en la colá, donde las mujeres, ataviadas con sus mejores trajes de flamenca, de gala o de mantilla, se disponen sentadas en bancos de madera y sillas o escaños, dispuestos en forma de U. La cruz queda al fondo dejando la apertura hacia el exterior.
Las mujeres, según su edad y estado civil se distribuyen en lugares predeterminados: casadas y mujeres mayores bajo la cruz, niñas y adolescentes a la izquierda, y mozas casaderas a la derecha. La U se cierra con bancos y sillas para los visitantes, dejando un pequeño pasillo para acceder a la zona central o llano, donde discurre el baile.
Son ya cerca de las dos de la madrugada y cruces como la de la calle La Fuente, de madera tallada dorada, con pocos relieves salvo algunos adornos de ramas y flores en la parte superior y presidida por un Sagrado Corazón rojo, son un hervidero de cante y baile, a cuyas puertas esperan su turno varias reuniones de hombres bebiendo y entonando fandangos alosneros. Una de sus responsables, Luisa Olivera comenta emocionada que es ésta una tradición "muy vieja, cuyo origen desconocemos, pero que vivimos con mucha emoción porque nos la transmiten nuestros antepasados".
En la cruz de la Calle Santos, la más antigua del pueblo según cuentan, Ana Orta destaca que las noches de cruz son "fantásticas porque hay un embrujo especial en Alosno, mucho ambiente, mucha gente, y les damos permiso a los hombres, que se divierten por una parte y nosotras por otra, encontrándonos sólo en la c