Yo le hablo, le cuento chistes,
él con su sonrisa, me mira una y otra vez,
son 82 años y me intenta comprender.
Le hablo de mi juvetud, de los tiempos
que pasaron, de mis hijos y mis penas,
y de lo ya olvidado.
Le hablo con alma de poeta,
de mi boca, mi voz, le cuento
mi último verso, él me escucha con atención.
Vuelvo al día siguiente,
yo le vuelvo a contar,
que no por repetido el me deja de escuchar.
Yo lo hablo de la sierra,
de la capiña y de mares,
y de esa Virgen del Cármen,
que recé con los temporales.
El me mira de frente,
no me deja de escuchar,
me habla también de mares,
y a la virgen de rezar,
cuando él se encontró solo,
al llegar la acianidad.
Yo le cuento mis penas,
en mi afán de consolar,
a ese que no tiene a nadie,
que de él quieran cuidar,
esto es Ley de vida, cruel para más
señal.
Vuelvo a nombrar el mar,
la sierra y la Piedad,
mi torre del homenaje,
y aquello que dejé atrás,
solo me llevé los años,
que no los pude abandonar,
mis manos salen arrugas,
el pelo empieza a blaquear,
como casa alosneras,
cuando llega San Juan,
parece una ola blanca,
cuando el mar empieza a jugar,
y yo rezo un rosario,
a la patrona del mar.
¡Viva mi Virgen del Cármen!
hoy salgo a navegar,
con mi barquito velero,
y las olas acariciar,
esas que besan la arena,
que parece enamorar,
a os abrazos de las olas,
que la arena, quiere conquistar.
El Poeta.
él con su sonrisa, me mira una y otra vez,
son 82 años y me intenta comprender.
Le hablo de mi juvetud, de los tiempos
que pasaron, de mis hijos y mis penas,
y de lo ya olvidado.
Le hablo con alma de poeta,
de mi boca, mi voz, le cuento
mi último verso, él me escucha con atención.
Vuelvo al día siguiente,
yo le vuelvo a contar,
que no por repetido el me deja de escuchar.
Yo lo hablo de la sierra,
de la capiña y de mares,
y de esa Virgen del Cármen,
que recé con los temporales.
El me mira de frente,
no me deja de escuchar,
me habla también de mares,
y a la virgen de rezar,
cuando él se encontró solo,
al llegar la acianidad.
Yo le cuento mis penas,
en mi afán de consolar,
a ese que no tiene a nadie,
que de él quieran cuidar,
esto es Ley de vida, cruel para más
señal.
Vuelvo a nombrar el mar,
la sierra y la Piedad,
mi torre del homenaje,
y aquello que dejé atrás,
solo me llevé los años,
que no los pude abandonar,
mis manos salen arrugas,
el pelo empieza a blaquear,
como casa alosneras,
cuando llega San Juan,
parece una ola blanca,
cuando el mar empieza a jugar,
y yo rezo un rosario,
a la patrona del mar.
¡Viva mi Virgen del Cármen!
hoy salgo a navegar,
con mi barquito velero,
y las olas acariciar,
esas que besan la arena,
que parece enamorar,
a os abrazos de las olas,
que la arena, quiere conquistar.
El Poeta.