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ALOSNO: Mi espalda se lamenta del ordenador, en silencio, ¡pero...

Mi espalda se lamenta del ordenador, en silencio, ¡pero con dolor! que mi espalda no habla, pero si lo hago yo, y quiero rememorar a un antepasado mío, mas bien fueron dos.
Ya veo por ahí algo de ellos, pero yo caminante no hay camino, sus consejos seguiré de esos tíos abuelos, que no llegue a conocer, en honor de la esposa de uno a mi hija bautizamos, su nombre es Leonor, ya sabemos de quién hablamos.

Por eso sin plagio a ellos yo quiero dedicar, estos poemas al pueblo de Alosno, y su gente en particular.

Ya con estas aguas de Abril.
Y el fuerte sol de mayo.
Crueca estará la gallina
y le cantará el gallo.

El labriego y su boina
su burra o su caballo.
El triguero en su atalaya,
y el trigal florestando
con sus rojas amapolas
y verder muy verde su tallo,
es un manto bordado
de Esperanza en Viernes Santo,
rojos son su pómulos
y verde es su manto,
es tan bello mi paisaje,
que hacen de la sierra un manto.
Amarilla la abulaga,
blanco estará el aguarzo.
Morenas las alosneras.
¡Rojos son sus labios!

DE rabo una estrella roja
en el horizonte brinca
y a la voz de ¡moros vienen!
de la torre del homenaje, el vigía,
un rezo a la Piedad
zumba por Andalucia.
Pólvora negra machacan
los viejos en las esquinas
y Santiago a la fuerza
al fin su caballo ensilla.

Santiago de mala gana
al fin su caballo ensilla.
¿donde vas? dice San Pedro,
del Cielo en la portería.
¿Otra vez, Santiaguito,
por tierras de la morería?
Que Cortegana no es mora,
pues Santiago,
¡La vigila!

Sube Alosnera en su grupa,
su grupa de romería,
finos caireles de seda,
de besos y de sonrisas,
un clavel rojo en la boca
y dos palomas cautivas.
Y la playas de turbantes
desenvainan sus gumías.

Mi serranaría es morena,
pero no fue ocupada,
liberada por fuerzas castellanos-leonesas,
que entraron por la margen derecha del Guadalquivir
y al frente de ella el portugués Pelay Correa,
y existiendo también el pueblo de la Nava,
que en la invasión francesa,
nunca firmó las capitulaciones de rendición,
como tampoco lo hizo Cortegana.
Y es que esta sierra es de altos vuelos
tan solo al alcance de algún halcón.
Y a ti amigo Ausente te quiero ver aparecer,
que hables de Jabugo y oro como a usted le pertenece, que ante usted me desmontero.

Saludos para todos.
El Poeta.