Diego de Alcalá patrón de
Ayamonte con la
Virgen de las Angustias. Nació a finales del siglo XIV en el seno de una
familia modesta, en el
pueblo de
San Nicolás del
Puerto, al norte de la provincia de
Sevilla y en plena
Sierra Morena. Sus padres, de fe cristiana, le pusieron el nombre de Diego, derivación de Santiago, patrón de
España. Desde su más temprana
juventud se consagró al Señor como
ermitaño en la
capilla de san Nicolás de Bari, en su localidad natal, y después en el eremitorio de Albaida1 bajo la dirección espiritual de un sacerdote ermitaño. Fue un hombre bastante viajero para su tiempo; vivió en
Canarias, Roma, Castilla y
Andalucía y recorrió numerosos lugares de
Córdoba, Sevilla y
Cádiz. Durante su peregrinación a Roma pasó por numerosos lugares de España,
Francia e
Italia. Residió en los
conventos de La Arruzafa (Córdoba),2
Lanzarote,
Fuerteventura, Sanlúcar de Barrameda,
Santa María de Araceli (Roma) y Santa María de Jesús (Alcalá de Henares), donde falleció en 1463. Muy poco se sabe de sus primeros años. La más fiable de sus biografías, la de Francisco Peña,
abogado y promotor en Roma de la causa de su canonización, y que debió poseer los mejores datos en torno a la vida de san Diego, así lo reconoce. Cristóbal Moreno, traductor en el siglo XVI al castellano de la obra latina de Peña, también hace constar esta insuficiencia de datos sobre su niñez y primeros años. Y hasta la
Historia del glorioso san Diego de San Nicolás, escrita por el que fue guardián del
convento de Santa María de Jesús, de Alcalá de Henares, donde vivió y murió el
santo, se remite para esta época a las anteriores biografías de Peña y Moreno. La Historia de Rojo, el guardián complutense, aparecida en 1663, sesenta años después de la muerte de Moreno y a un siglo de distancia de la obra latina de Peña, no pudo ampliar con nuevos datos, como parecería lógico por haber vivido en el mismo convento, lo que la bula y anteriores biógrafos nos comunican. Alonso Morgado tampoco nos enriquece el conocimiento de la niñez de Diego con aportaciones que llenen el vacío de sus primeros años. Tras su paso por Albaida y confirmada su voluntad de consagración a la vida religiosa, se trasladó al convento de San Francisco de la Arruzafa, en Córdoba. Allí ingresó Diego como hermano lego en la Orden de los Frailes Menores de la Observancia (Franciscanos de la Observancia). De hecho San Diego es el patrón de los hermanos franciscanos legos, es decir, que no son sacerdotes. Durante su estancia en este convento visitó numerosos
pueblos de Córdoba, Sevilla y Cádiz, dando lugar a una devoción que aún pervive en las
tradiciones de no pocos de esos pueblos. El de la Arruzafa es uno de los conventos de España restituidos a la primitiva y rigurosa observancia franciscana, hacia 1409, por fray Pedro Santoyo. En el lugar que ocupaba se encuentra ahora el
Parador de la Arruzafa.