Esa diminuta población genuina se denominó, al parecer, Ad Rubras. En estos parajes de insondable veteranía, por donde anduvieron mucho antes los hombres prehistóricos de la
Andalucía occidental, se conformó una aldea que acabaría siendo Ventas Rubias. De Ad Rubras procede quizá, según el historiador Moreno Alonso, la denominación de
Cabezas Rubias, nombre muy relacionado a juicio de la misma
fuente con el aspecto dorado de los
montes cubiertos de pastizales, por lo rojizo de una topografía de oxidada tonalidad debida al hierro del suelo. Visto desde una perspectiva cercana, la imagen de Cabezas Rubias proporciona el amarillento
color que de tal modo afecta a su toponimia. La población de estos territorios era en 1591 de cien personas, dato insignificante si no tenemos en cuenta que entonces, la propia
Huelva tan sólo albergaba 800 habitantes. La crónica local prosigue desde entonces directamente ligada al Condado de
Niebla, en unos tiempos de reformas y mejoras urbanísticas realizadas por el maestro sevillano Andrés de Silva en 1731. El libro 'Expedientes carcelarios de Arroyomolinos de
León y Cabezas Rubias (Huelva). Prisión Provincial, 1936-1939' (Facediciones, 2008), de Juan José Antequera Luengo y Juan José Luengo Jiménez, da cuenta de cuantos vecinos sufrieron prisión durante la guerra civil española.