Apareció en una caja que circulaba sobre la cinta transportadora de la lonja juntamente con otro ejemplar. Este estaba todavía con vida y a medida que la caja avanzaba en su recorrido por la cinta, el congrio fue moviéndose como si de una serpiente se tratara, sacó su cabeza del fon del recipiente y se deslizó fuera del mismo hasta caer sobre el piso del lugar de subasta ante la admiración de todos. En el suelo permaneció más de 10 minutos sin que nadie se acercara a él; con la lógica extrañeza de los neófitos y las bromas de los subasteros experimentados que animaban a los más jóvenes a que lo cogieran.
La razón de que nadie se acercara, según me explicaron, era la gran voracidad de este ser marino y lo peligroso que podía ser que le diera a alguien alguna dentellada; pues al parecer abre su gran boca y como un resorte se lanza sobre lo que se mueve apretando sus mandíbulas y haciendo una gran fuerza haca atrás, lo que podía ocasionar graves lesiones a una persona que fuera atrapada de un brazo o una pierna.
Al rato, uno de los empleados, armado de un largo gancho de acero so cogió por las branquias y lo lanzó al lugar en el que iban juntando las capturas del comprador que lo había adquirido. Allí, otro empleado le dio cuatro o cinco pisotones hasta que el animal dejó de moverse. En esos momentos, advertido de que ya no era peligroso, me dejaron hacer esta foto.
Por otra parte, decir que su carne es muy apreciada y, por lo tanto, muy demandada en los establecimientos de pescado. Particularmente, decir que a mí me gusta bastante. ... (ver texto completo)
La razón de que nadie se acercara, según me explicaron, era la gran voracidad de este ser marino y lo peligroso que podía ser que le diera a alguien alguna dentellada; pues al parecer abre su gran boca y como un resorte se lanza sobre lo que se mueve apretando sus mandíbulas y haciendo una gran fuerza haca atrás, lo que podía ocasionar graves lesiones a una persona que fuera atrapada de un brazo o una pierna.
Al rato, uno de los empleados, armado de un largo gancho de acero so cogió por las branquias y lo lanzó al lugar en el que iban juntando las capturas del comprador que lo había adquirido. Allí, otro empleado le dio cuatro o cinco pisotones hasta que el animal dejó de moverse. En esos momentos, advertido de que ya no era peligroso, me dejaron hacer esta foto.
Por otra parte, decir que su carne es muy apreciada y, por lo tanto, muy demandada en los establecimientos de pescado. Particularmente, decir que a mí me gusta bastante. ... (ver texto completo)