La ola de la noche se retira,
desciende entre los altos edificios
de la ciudad desnuda,
se lleva la salitre del insomnio
y el agua de los sueños que corre murmurando
por avenidas, plazas y solares vacíos.
La ola de la noche,
cada vez más delgada,
se escurre entre semáforos,
tropieza en los kioskos a punto del bostezo
y arrastra remolinos de carcajadas rotas
hacia vagas antípodas de sombras y humedades.
Calles entumecidas
la sueltan de sus manos con un escalofrío
y al terminarse todo,
tras recoger las últimas algas derrotadas,
la ola de la noche
entrega en este bar de la estación
su espuma de colillas.
desciende entre los altos edificios
de la ciudad desnuda,
se lleva la salitre del insomnio
y el agua de los sueños que corre murmurando
por avenidas, plazas y solares vacíos.
La ola de la noche,
cada vez más delgada,
se escurre entre semáforos,
tropieza en los kioskos a punto del bostezo
y arrastra remolinos de carcajadas rotas
hacia vagas antípodas de sombras y humedades.
Calles entumecidas
la sueltan de sus manos con un escalofrío
y al terminarse todo,
tras recoger las últimas algas derrotadas,
la ola de la noche
entrega en este bar de la estación
su espuma de colillas.