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EL CERRO DE ANDEVALO: Buenas noches, amigos....

Buenas noches, amigos.

Seve, cuando he visto tu saludo inicial me has recordado a Josep Tarradellas cuando llegó a Cataluña desde el exilio.
Yo a la feria de El cerro le eché el "defucio" hace años. Con la calor que hace y la edad que tengo, me da una lipotimia y ¡al cajón! Prefiero ir, y así lo hago, por Semana Santa o San benito, y en Octubre.
El Santiago del que hablas, hace años que murió. Era hijo de tío Felipe el de las Barbas, el mayor sanbenitero que he conocido.
Los 'coños', los 'mia pallá', los 'quien lo aequitá', están a la orden del día en el vocabulario de mi contraria. Ella suele decir qie quien no diga 'jacha', 'jigo' y 'jiguera' no e de mi tierra.
Cuan le pido algo dos veces, ne dice: "Mira, no me metas prisa que me atorrulla". Si le preguntan por un enfermo, suele decir: Esa, la pobrecilla, está ma pallá que pacá.

Emigrao, recupérate pronto de esas molestias cervicales. Te necesitamos en plenitud de facultades.

Prima Beni, ¡lánzate de una vez!.'Suerte, vista y al toro'.
Esa era la consigna de Joaquín García Morato en la Guerra Civil.

MI PUEBLO (El Cerro de Andévalo)

Pueblo viejo, pueblo nuevo,
donde vi la luz primera,
con sus callejas oscuras
y sus calles tan estrechas..

Todas ellas empedradas,
de duras piedras cerreñas,
entre las cuales nacía
en el invierno la hierba.

Calle Encina, calle El Pozo,
El Hospital, calle Nueva,
la calle El Barrio, el Cabezo,
El Cristo, calle La Vega.

Calle Ejido, de La Fuente,
calle Arrabal y su cuesta,
que quien la baja tendido
subirla jamás intenta.

Calle El Risco, y del Castillo
-donde estaban las escuelas-
Calle Jaguarzo, el Cantón,
El Puerto, el Sol y Traviesa.

Marrubio, Padre Domínguez
-nací en el número treinta-
La Portal, La Melosilla….
Mi memoria éstas recuerda.

Algunas tenían porches
para montarse en las bestias,
y en las noches de verano
tomar el fresco en la puerta.

Aquellas puertas que estaban
de par en par siempre abiertas.
Si alguna persona entraba,
al corral iba derecha.

Aquellos tiempos pasaron
y es seguro que no vuelvan,
como es seguro también
que los guardo en mi cabeza.

Que fueron tiempos mejores,
quizá afirmarlo no pueda,
mas, yo me sentí dichoso;
para mí eso es lo que cuenta.

Por designio del destino,
tuve que hacer la maleta,
pero a él suelo volver
con muy mermada frecuencia.

Apenas conozco a nadie,
-es mi dolor y tristeza-
mis paisanos, que lo son,
desconocen mi existencia.

Ya sólo me reconocen
quienes pasan de sesenta;
y por mera ley de viva,
son pocos ya los que quedan.

Nunca fue mi pueblo rico,
y quizás nunca lo sea,
aunque lo llevo en el alma
como si un tesoro fuera.

Los que viven en El Cerro
envidia sana me crean,
por vivir donde nacieron,
y morirán en su tierra.

¡Cuántos recuerdos, Dios mío,
hasta mi memoria llegan!
Recuerdos de mi niñez
y adolescencia postrera.

Aquellos juegos de antaño,
de los que poquitos quedan;
el juego de juan el mismo,
del trompo o de la rayuela.

Del salto el moro en la plaza,
del corro o corta tijera,
del escondite nocturno,
y del esconder correa.

Un abrazo para todos. Agur.